Corrida con motivo del Día de Extremadura con cartel netamente extremeños de toros y toreros. Con calor en los tendidos, con ganar de divertirse los espectadores que llenaron por la mitad el hermoso coso de La Piedad, y con los toreros que dieron todo de ellos mismos aunque con distinta fortuna por lo que sortearon.

La corrida fue del recordado Luis Albarrán, ahora en manos de sus hijos Luis y Alfonso. Corrida de encaste Murube, que se suele lidiar más en rejones pero que cuando un toro murubeño dice de galopar, eso es el no va más. Salían los toros de los toriles y lo hacían cortados por un mismo patrón: altos de cruz, con mucha caja, estrechitos de sienes. Los buenos lo hacían con ese galope elegante e inconfundible que es santo y seña del encaste. Luego, unos sacaron su buen fondo y plasmaron su clase en el albero almendralejense. Otros se defendían y eran de corto recorrido.

A ellos se enfrentaron seis toreros extremeños: tres y tres de ambas provincias. Seis toreros que torean poco pero que dejaron al descubierto que merecen hacerlo más. Cada uno con un concepto diferente, pero todos entonados y muy dispuestos.

Abrió plaza Miguelín Murillo ante un buen toro que salió galopón y al que recibió con una larga cambiada de hinojos, para seguir a la verónica. Tomó los palos y, aunque el astado estaba más con quienes había tras la barrera, le cuajó un tercio variado, clavando en la cara. La faena la llevó a cabo principalmente por el pitón derecho, con series ligadas en redondo. Sacó para matar una muleta con dos caras: en una la bandera extremeña y en otra la colombiana, como apoyo a los novilleros que han estado en huelga de hambre pidiendo la apertura de la plaza de Bogotá. Cortó las dos primeras orejas de la tarde.

Emilio de Justo sorteó un toro justo de fuerzas pero de gran calidad en su embestida. Por eso lució en cadenciosos lances a la verónica, que abrochó con una bella media. La faena estuvo muy bien planteada. Abrió el trasteo con muletazos de rodilla genuflexa llevando al albarrán hacia delante. Después aplicó ese remedio infalible que es el temple, primero llevando al animal a media altura, y después ya por abajo. Dando sitio y bien colocado, las tandas brotaban una tras otra con entidad y belleza. También paseó dos trofeos.

TORO COMPLICADO Otro cacereño como Jairo Miguel sorteo un tercer toro que tuvo muchas complicaciones. Ya de salida se quedaba corto en el capote y en el quite a la verónica se acostó y le dio un puntazo. No se miró el torero y banderilleó a un burel que se defendía al echar la cara arriba. Jairo replicó a las rebrincadas y cortas embestidas con firmeza y decisión. Estuvo muy por encima del toro pero mató muy mal, por lo que sólo saludó.

El cuarto era astifino y la alegría de Julio Parejo surgió en los lances a la verónica, a los que siguieron chicuelinas. Tuvo un toro un punto deslucido porque embestía rebrincado y se quedaba corto. No se amilanó el de Badajoz y estuvo muy decidido, primero tratando de llevarlo corrigiendo el reponer del animal. Y al final en la corta distancia, en lo que fue un arrimón. Pinchó antes de cobrar una buena estocada y el premio se quedó en una oreja.

Al quinto lo recibió Dani Morales en los medios y remató las verónicas con la media de rodillas. Garboso el torero en un quite en el que alternó la saltillera y la gaonera, con colada incluida. El toro, de acusada mansedumbre, duró muy poco y se fue con descaro a su querencia de tablas pero tuvo ante sí a un torero muy valiente y decidido. Tras dos pinchazos y media estocada, paseó un apéndice.

EL ULTIMO Cerraba el largo festejo Tomás Campos. Tuvo un toro de sosa embestida pero al que cuajó con el capote en lo que fueron lances de mucha entidad y sabor. Toreó despacito, dando tiempos al toro, con detalles buen gusto en muletazos a veces ligados mientras el animal repitió. Se cortó la mano al entrar a matar y cortó una oreja.