Arqueólogo

En 1669 un viajero italiano que pasó por Badajoz y describió la ciudad, salida hacía muy poco de la guerra de independencia de Portugal, decía de ella que era una ciudad limpia. La afirmación me llevó a reflexionar sobre los motivos que han llevado a un cambio tan radical de situación. La Badajoz salida de una guerra desastrosa era una plaza pulcra y la actual, en una situación de prosperidad creciente, con unos medios infinitamente mayores y con unas técnicas más evolucionadas, es una ciudad sucia. Y en algunas zonas y momentos costrosa.

Hay muchos puntos de vista para juzgar los motivos por los que la basura invade nuestras calles y no siempre me parecen razonables, ni tolerables. Siempre se le echan las culpas al Ayuntamiento y, quizás, no deje de haber alguna razón. Pero no es el único culpable. En este asunto hay problemas de gestión, pero también de cultura ciudadana, de educación. De eso que antes se llamaba urbanidad, aunque el término esté apolillado.

Falta organización, sin duda, pero también visión. A veces se emprenden reformas cuyo resultado final es bueno, pero, con el paso del tiempo --a veces muy poco-- demuestran ser un error, no por sí mismas, sino por su mala conservación. Un ejemplo: la zona pavimentada con granito en la plaza de España. Las terrazas ponen el pavimento perdido de grasa. Los hosteleros limpian su zona concienzudamente, eso me consta. Pero el granito queda manchado y da una deplorable sensación de descuido. ¿No era previsible?