Las pintadas son un problema que viene de lejos, que tiene difícil solución y que afecta por igual a toda la ciudad, aunque la situación se agrava en zonas como el casco histórico, en monumentos, y en las calles comerciales y del casco antiguo; lo cierto es que no hay espacio que se libre de ellas. La mayoría de las veces son firmas de jóvenes que pretenden ir marcando territorio como si fueran zonas ocupadas y su proliferación ha hecho que vecinos y empresarios comiencen a denunciarlo públicamente para pedir soluciones.

Hace unos meses apareció una de las estatuas del paseo Fluvial pintada de purpurina. En mayo pasado se denunció la ocultación de la obra del artista Antonio Juez en el parque Infantil por las pintadas. El parque está entre los baluartes de San Vicente y San José y el acceso peatonal que hay frente a Castelar presentaba un estado desolador. Las paredes de la escalinata estaban repletas de firmas y grafitis realizados con esprays de colores sobre la piedra ocultando detalles de la obra pintor.

Los comerciantes de Santa Marina pidieron en julio a la policía medidas drásticas contra el vandalismo que causa daños en las fachadas de los edificios y escaparates. El presidente de este colectivo, José Antonio Trejo, manifestó entones que habían detectado un incremento de las pintadas en esa zona y que los perjuicios estéticos y económicos eran enormes.

También los de la zona centro denunciaron la existencia de más de un centenar de pintadas solo en comercios, así como expresaban que se sentían impotentes para encontrar soluciones al problema.

Y el mes pasado también las monjas del convento Las Descalzas denunciaban la actuación de los vándalos sobre su fachada recién pintada. En todos estos casos, el concejal de Limpieza pidió colaboración ciudadana para que se denuncien estos actos.

La policía local de Badajoz registró en todo el 2006 un total de 19 denuncias por pintadas y por causar daños al mobiliario urbano.