Está el ambiente badajocense alborotado por causa del plan de recuperación de la alcazaba. Parece que la tregua de San Juan haya dejado a todos cabreados. Locomprendo, porque el respetable no puede darse un chapuzón en la Granadilla y eso quema. Sobre todo a quienes no tienen una triste charca donde librarse de los rigores de la canícula.

Se ha pedido, con razón, que se suprima el tráfico rodado de la Plaza Alta, pero eso tiene algunas dificultades. Al realizar la llamada vía rápida del Campillo ese eje se convierte en obligado para acceder a algunas zonas del Casco Antiguo sin utilizar la carretera de circunvalación. Quizás fuese una solución limitar el paso de vehículos, que no fueran de residentes, a ciertas horas y dotar a los vecinos de una credencial de paso.

Lo que no me parece razonable, y lo digo sin usar pseudónimo, es que se proponga la conversión del baluarte de San Pedro en un estacionamiento subterráneo ni, mucho menos, la plazuela del Reloj, ante el Museo Arqueológico. De entrada habría que eliminar, en la medida de lo posible, el tráfico rodado de la alcazaba. Limitarlo al servicio de las dependencias públicas y a casos de estricta urgencia. ¿Ya se ha desechado el proyecto de cerrar las puertas a ciertas horas? Pero construir cualquier tipo de aparcadero perpétuo en zonas como esa plazuela me parece ir demasiado lejos. ¿Por qué hemos de sacrificar el patrimonio a la esclavitud del automóvil? No basta ya con Menacho? Y, por cierto, ¿de qué ha servido la excavación arqueológica de la necrópolis andalusí que apareció allí? ¿Ninguna plataforma va a reivindicar que se publiquen sus resultados? ¿Nos vamos a conformar con unas pocas páginas hablando de raspadores paleolíticos?

Es muy bueno que haya polémica sobre el patrimonio histórico. Hace unos años eso era impensable. Parece que la ciudad está, después de todo, viva. Pero debiera hacerse con argumentos claros, desde la ideología de cada cual y dando la cara. Esto es una democracia y debiera parecerlo. Porque protestones hay muchos, yo mismo, pero protagonistas que se echen al ruedo, dando argumentos, y dejando claras sus intenciones, pocos. Aquí se torea bien de salón. Hay muchos matadores de rueda con cuernos.