José Gil, a quienes todos conocen como Pajuelo , encontró en el centro de mayores de San Fernando su "refugio" cuando enviudó. "Cuando estoy con los demás me olvido de las penas, porque en casa me vengo abajo", confiesa. No es un caso único, muchas personas que se encuentran solas han hallado en el centro el apoyo que les hacía falta para seguir adelante. José Gil reconoce que mantener contacto con otras personas y poder participar en las distintas actividades le ha hecho volver a tener ganas de vivir. "Es una segunda casa, pero con más servicios", dice antes de enumerar que cuentan con podólogo, masajista, peluquería..."Vamos de excursiones, hacemos fiestas, charlas con los compañeros... Aquí se conoce a mucha gente y nos llevamos todos muy bien", asegura.