Podemos entender que un político quiera permanecer en la política toda su vida activa o quiera llegar a lo más alto en su carrera, hasta gobernar un país.

Pero no es comprensible que la política se convierta, para muchos e independientemente del partido en el que militen, en su medio de vida y en su única actividad laboral a lo largo de toda su vida. Esta situación provoca, en muchos casos, falta de ilusión o de empeño o acomodación a las circunstancias, pero además impide que personas más jóvenes con ganas de emprender y servir a la sociedad (que es lo que debe perseguir un político) no accedan a los cargos, siempre por un periodo determinado.

Tampoco son comprensibles, por lo menos para mí, las actuaciones individuales para salvarse de una posible destitución, pasando por encima de los principios del partido al que representan, de todos los políticos de reconocido prestigio de su partido y por encima del sentido común de cualquier ciudadano que quiera el bien para su país.

Quizás exista más de uno en esta tesitura en estos momentos en nuestro país, pero a mí se me viene a la cabeza el señor Sánchez. Da la impresión de que le da igual todo lo que suceda a su alrededor, excepto su persona y llegar a presidente del Gobierno.

Aunque es comprensible su actitud desde el punto de vista personal, pues si no consigue la Jefatura del Gobierno, las malas lenguas dicen que tendría que volver a su antiguo empleo, del que salió para ser el "Mesías" de los socialistas.

Debería reflexionar y pensar en el bien de su país, dejando sus aspiraciones personales a un lado.

Ya ha llegado el momento de que los políticos de este país piensen en el bien de la sociedad, dejen a un lado las aspiraciones personales y los intereses de los partidos y se conviertan en SERVIDORES de los ciudadanos.