La actividad sociocaritativa que desempeña Cáritas en la diócesis con personas en exclusión social se redujo en el 2018 respecto al año anterior, de manera que las personas atendidas directamente pasaron de 7.518 a 6.553. Traducidas en beneficiarios (porque cada familia tiene varios miembros), el descenso fue de 16.905 a 15.090, lo que supone que bajaron un 10,7%.

En Cáritas a esta ayuda se le llama acogida y estas cifras vienen a poner de manifiesto que menos gente necesitó acudir a un centro para cubrir servicios de primera necesidad, como el recibo de la luz, el agua, la hipoteca, el alquiler o comida. De momento es el dato de un año y hasta que no se conozca lo ocurrido en el 2019 no se podría definir como tendencia. Esta actividad sociocaritativa llega tanto a los creyentes como a los que no lo son.

Así se recoge en la memoria de actividades de la archidiócesis que se presentó ayer con motivo de la celebración, el próximo domingo, del Día de la Iglesia Diocesana. En esta memoria destaca que el año pasado fueron acompañadas más de 22.400 personas en los 34 centros sociales y asistenciales con los que cuenta la archidiócesis.

Dentro de la cifra global, 1.548 personas fueron orientadas en la búsqueda de empleo, 210 mayores, enfermos crónicos y discapacitados recibieron atención y 498 inmigrantes recibieron ayuda, además de 24 personas que fueron acompañadas en centros de orientación familiar, 19 en los de escucha (hay dos, en Badajoz y en Mérida), 23 recibieron ayuda jurídica, 830 fueron atendidas por su adicción (en los centros Hermano de Badajoz y de Mérida) y 308 niños fueron atendidos en algún centro de tutela de menores (con los proyectos de Cáritas y las Hermanas de la Cruz de Jerez de los Caballeros). Además, se llegó a 4.013 usuarias con los centros de promoción de la mujer y 250 personas acuden a diario a los comedores sociales (2 en Badajoz y otro en Mérida).

Los datos fueron presentados por Juan José Montes, delegado de Medios, acompañado de Mateo Blanco, vicario general, y el ecónomo de la diócesis, Julián Peña. Es el segundo año que se publica una memoria resumida de las actividades para facilitar su divulgación.

La diócesis cuenta con 203 parroquias con 250 sacerdotes, 645 religiosos (la mayoría son mujeres) de vida activa y 13 monasterios de vida contemplativa. Se estima que las horas que dedican los sacerdotes, seglares y voluntarios son más de 850.000 al año. Existen 2.200 catequistas y 64 misioneros.

En lo que se refiere a la actividad pastoral, el informe se centra en la pastoral penitenciaria, que cuenta con 15 voluntarios, que atendieron el año pasado a 30 reclusos en el piso de acogida (para los presos que salen los fines de semana) y cinco programas dentro de la cárcel. Por otro lado, la pastoral de la salud cuenta con 170 voluntarios hospitalarios que han acompañado a 969 enfermos y sus familias. Como ejemplo, la labor que realizan las Hijas de la Caridad en una vivienda próxima al Hospital Materno Infantil, donde acogen a familiares de niños hospitalizados.

El informe también incluye la actividad educativa, ya que en la diócesis funcionan 26 centros católicos con 14.400 alumnos y dos centros de estudios universitarios (el superior del Seminario y el Instituto de Ciencias Religiosas, que es el mayor de toda España en cuanto a la cifra de alumnado). Esta labor de la Iglesia ahorra, según la diócesis, más de 40 millones de euros al año a la Administración. Lo que no está calculado es cuánto ahorra al erario público por su acción social.

CUÁNTO GANA UN SACERDOTE / Ayer también se habló de las cuentas de la Iglesia. Peña explicó que han creado un programa de gestión económica pastoral para todas las parroquias y las Cáritas parroquiales y a partir del año que viene lo harán para las hermandades y cofradías. En el 2018, los gastos han sumado 12,5 millones de euros, de los cuales el 13% se ha destinado a actividades pastorales, el 26% a asistenciales y caritativas, la retribución del clero representa un 36% y un 22% el mantenimiento de edificios.

Los sacerdotes tienen un único pagador, que es la diócesis, de manera que existe un fondo común y los ingresos de los que ejercen actividades civiles (capellanes o profesores) se aportan a ese fondo, de forma que solo reciben la retribución como sacerdotes, una media de 1.200 euros brutos al mes.

Los ingresos han sido de 12,7 millones, de los cuales el 84% procede de las aportaciones de los fieles (el 54% es directa a través de colectas o cuotas, que están bajando, y un 30% de la asignación tributaria del fondo comunitario diocesano). Un 14% procede de subvenciones (la mayor parte para Cáritas) y el convenio con la diputación para la rehabilitación de templos de la provincia que no sean BIC. Un 0,8% son del alquiler de viviendas en las que antes vivían curas.