Funeral del expresidente de la Junta de Extemadura en Olivenza (Badajoz)
"Ha muerto un hombre bueno que mantuvo clara su identidad como cristiano"
El arzobispo de Mérida-Badajoz destaca la entereza de Guillermo al afrontar su enfermedad y que nunca ocultase que era católico, lo que marcó su "estilo de vida"

La iglesia, abarrotada. / S. GARCÍA

Guillermo Fernández Vara ha vuelto este lunes al templo al que acudía todos los domingos cuando le era posible para participar de la eucaristía. Ha sido la última vez. Estuvo a pocos metros de la imagen de la Virgen de la Soledad, de la que fue capataz, y que hoy lucía el estandarte de la hermandad y su simpecado.
Ningún adorno extra en el templo. Nada de centros florales. Solo la corona procedente de la Casa Real en un lateral del altar mayor. Ninguna bandera sobre el féretro, solo un sencillo Cristo crucificado y varias rosas rojas.

Corona de los Reyes, de rosas y claveles blancos. / A. M. R.
La preciosa iglesia de Santa María Magdalena de Olivenza, del siglo XVI, ejemplo del esplendor del arte manuelino, se quedó pequeña una hora antes de la prevista para el comienzo del funeral. Los vecinos de Guillermo llenaron los bancos. Los primeros se habían reservado para la familia y el lateral, con sillas con nombres, a las autoridades. No más de una veintena, entre ellas las del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez. No todas tenían sitio reservado. Se hicieron hueco como pudieron, en los pasillos abarrotados. Al otro lado, los sitios para los sacerdotes, una docena, muchos de ellos con experiencia al servicio de esta parroquia. El coro de la catedral de Badajoz se encargó de poner música solemne acompañado del organista.

Las autoridades, de luto riguroso, en el interior de la iglesia. / A. M. R.
En su homilía, el arzobispo de Mérida-Badajoz, José Rodríguez, destacó la amplia presencia de ciudadanos en el templo. «Habéis vecino a despedir a Guillermo, vuestro vecino, sois muchos», para, a continuación mencionar el motivo por el que estaban allí, reconocer «con gratitud, la entrega y servicio que Guillermo prestó a nuestra tierra extremeña, del que ha sido y es un referente para nuestra región».
Habló el arzobispo de la enfermedad del expresidente de la Junta y de su entereza para afrontarla. «Guillermo ha vivido la fragilidad, la vulnerabilidad, la enfermedad del cáncer y la misma muerte con paz y esperanza». Como médico que era, fue consciente del tiempo que iba a vivir y «supo darle sentido a la enfermedad hasta el punto de dar gracias por la misma», porque le permitía vivir «otra vida a como la he vivido hasta ahora». Hablaba José Rodríguez de la resurrección y recordó que el expresidente de la Junta nunca quiso preocupar a los demás aunque sufriese. Cuando le preguntaban cómo estaba, su respuesta siempre era «estoy bien».

La Virgen de la Soledad, de la que era gran devoto Guillermo Fernández Vara. / A. M. R.e
Guillermo era cristiano y esta condición quiso el arzobispo destacar en su intervención. Porque fue «un político comprometido en la vida pública buscando el bien de Extremadura, y todo ello sin dejar de ser y de presentarse como cristiano». Una fe que «se reflejaba en su estilo de vida: cercano, sencillo, dialogante, sin querer herir al adversario político». Incidió además en que nunca ocultó sus creencias. Al contrario, públicamente manifestaba que pertenecía a la Hermandad del Descendimiento y la Soledad de Olivenza, en las que procesionaba y, antes de comprometerse en la vida política, fue catequista de confirmación durante 10 años en esta parroquia. Todo ello condujo al arzobispo a manifestar que «hoy podemos decir que ha muerto un hombre bueno y un cristiano que mantuvo clara su identidad como tal en todo momento». «Descansa en paz querido hermano y feliz cumpleaños, hoy cumplirías 67 años», recordó el arzobispo, antes de cerrar su homilía.
Besos al féretro, reverencias y manos en el corazón
En el funeral de Guillermo Fernández Vara hubo tiempo para que su familia recibiese el pésame por parte de quienes llenaban la iglesia. Su familia quiso, al acabar la misa, colocarse de espaldas al altar, «porque piensa que así lo hubiera querido Guillermo», según explicó al terminar la eucaristía, el vicario general, Francisco Maya. Guillermo quería que sus vecinos se despidiesen de él y así lo hicieron. Más de treinta minutos de trasiego continuo por el pasillo central de la iglesia de Santa María Magdalena. Políticos, empresarios, cargos militares, alcaldes, diputados regionales y provinciales y muchas personas anónimas que no podían faltar a su funeral. Uno tras otro fueron pasando delante del féretro, que muchos tocaban con la mano en la que previamente habían colocado un beso. Tal era la cercanía que le profesaban. Otros lanzaban besos al aire hacia su familia, en señal de acompañamiento. Muchos se tocaban con la palma de la mano derecha el lugar donde está el corazón, como mensaje de cariño. Algunos agachaban levemente la barbilla a modo de reverencia, en señal de respeto y otros se persignaban, porque estaban en la iglesia. Uno tras otro por el pasillo hasta el altar y de vuelta, por la puerta lateral o la principal, donde aguardaron que el féretro saliese del templo y entrase en el coche fúnebre, sin perderlo de vista, hasta que abandonó la plaza.
- El centro de Badajoz estrena este viernes un local de 'tardeo' con copas y cultura
- Bar Nuevo Chicago 1932: una barra con memoria en el barrio de la Estación
- Crimen de la funcionaria de Badajoz: el hijo afirma que vio al padre ensangrentado con el arma y que la tiró al río
- La Crónica de Badajoz premia a empresarios sobresalientes
- Juan
- La Diputación de Badajoz pide asesoramiento a un catedrático para garantizar la legalidad en la elección de puestos directivos
- ¿Quieres trabajar en Iberocio? La feria de la infancia de Badajoz busca personal
- La lluvia no frena el dulce estreno de la nueva sede de La Crónica de Badajoz