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Proyecto pionero

Moscú, el perro terapeuta que ofrece apoyo pedagógico en Badajoz

La doctora Carmen Tabares inaugura en Valdepasillas un centro que incorpora la terapia asistida con animales

Las sesiones están dirigidas a personas de todas las edades y abarcan desde dificultades de aprendizaje hasta TDAH o trastornos de ansiedad

Carmen Tabares posa junto a Moscú en su nuevo centro de psicopedagogía.

Carmen Tabares posa junto a Moscú en su nuevo centro de psicopedagogía. / Santi García

Claudia Goyeneche

Claudia Goyeneche

Badajoz

La biofilia se define como la conexión natural que los seres humanos sienten hacia otros seres vivos. Es la tendencia a buscar en los animales y en la naturaleza una fuente de bienestar y equilibrio emocional. Carmen Tabares, psicopedagoga y doctora en Psicología, ha dedicado años de su vida a demostrar científicamente los beneficios de esa relación. Ahora los pone en práctica junto a Moscú, su perro de terapia, en un nuevo centro psicopedagógico en la plaza de La Molineta (Badajoz).

El centro, que abrirá sus puertas la semana que viene en el barrio de Valdepasillas, está concebido como un espacio de atención y formación especializado en el desarrollo integral de niños, adolescentes y adultos. En él se trabajan desde las dificultades de aprendizaje —como la lectura, la escritura o el cálculo— hasta trastornos del neurodesarrollo, problemas de conducta o apoyo a personas mayores. También ofrece orientación a familias y preparación de oposiciones adaptadas a personas con discapacidad.

La diferencia está en el método. Tabares incorpora en muchas de sus sesiones la intervención asistida con animales, una metodología que utiliza la presencia y el vínculo con un can como herramienta terapéutica. “El perro actúa como mediador y fuente de motivación”, explica. “Nos permite trabajar la parte emocional, cognitiva y social desde un enfoque más cercano y efectivo.”

El gran aliado de este proyecto es Moscú, un golden retriever de apenas año y medio que acompaña a Carmen en cada intervención. No es un perro de exhibición, insiste la psicopedagoga, sino un compañero de trabajo. Su presencia genera confianza y reduce la ansiedad, algo esencial en terapias con niños con TDAH, autismo o dificultades de aprendizaje.

En las sesiones, Moscú participa en ejercicios sencillos que fomentan la concentración, la lectura o el autocontrol. “Si un niño lanza una pelota sin esperar su turno, él no se mueve”, explica Tabares. “Solo cuando el niño aprende a esperar, Moscú juega con él. Así trabajamos la impulsividad sin que el pequeño sienta que está en una terapia". También se usa como apoyo en programas de lectura: los niños leen cuentos en voz alta para él, un oyente paciente que no corrige ni juzga, ayudándolos a ganar "seguridad y fluidez".

Moscú fue seleccionado desde cachorro para esta labor. Tabares eligió la raza —golden retriever— por su carácter sociable y su facilidad para generar vínculos afectivos. “Desde los primeros meses comenzó su adiestramiento, con ejercicios de obediencia básica y mucha socialización con niños”, cuenta. A diferencia de otros programas en los que un técnico externo prepara al animal, ella misma se encarga de su formación y convivencia diaria. “Está conmigo las 24 horas del día. La confianza entre nosotros es lo más importante; no necesito que haga trucos, sino que sea estable, paciente y empático”.

Su metodología respeta también los tiempos y límites del propio perro: las sesiones no se prolongan más de lo necesario, y si Moscú muestra signos de cansancio, se suspende la actividad. “Un perro de terapia no es un perro de circo. Su bienestar es fundamental para que el vínculo funcione”, subraya.

Moscú comenzó a prepararse para ser apoyo terapéutico aprendiendo educación básica, cosas tan simples como dar la patita.

Moscú comenzó a prepararse para ser apoyo terapéutico aprendiendo educación básica, cosas tan simples como dar la patita. / Santi García

Beneficios

Las terapias asistidas con Moscú se aplican en distintos contextos y edades. Con mayores, su presencia estimula la memoria y la comunicación. “Los ancianos esperan su visita con ilusión, le preparan comida o incluso les cosen collares. Se sienten acompañados y parte de un grupo”, explica Tabares. También trabaja con jóvenes con discapacidad intelectual, adaptando materiales educativos y ejercicios. “Su sola presencia reduce el estrés y mejora la atención”, añade.

La base científica respalda lo que en la práctica ya se percibe. En su tesis doctoral, Tabares midió los niveles hormonales de las personas antes y después de una sesión con animales y comprobó que el cortisol, la hormona del estrés, disminuye, mientras aumentan la oxitocina y la progesterona, vinculadas al bienestar y al apego. “Lo que durante años se intuía, ahora puede demostrarse con evidencia científica”, señala. Su investigación fue reconocida con una subvención de la Diputación de Badajoz y presentada en congresos nacionales e internacionales.

“Con Moscú consigo en mes y medio lo que a veces tardaría cuatro meses en alcanzar sin él”, afirma. Lo atribuye a un factor esencial: la motivación. “Los niños o adultos no sienten que están trabajando. Creen que están jugando o cuidando de un perro, y sin darse cuenta están aprendiendo, mejorando su atención o su autoestima.”

El nuevo centro de Carmen Tabares comenzará a funcionar la semana que viene a pleno rendimiento en el local número 7 de la plaza de la Molineta. “Mi objetivo es que cada persona que pase por aquí se sienta acompañada y segura —dice—. Si algo distingue a la intervención asistida con animales es que te enseña sin palabras, solo con confianza y afecto".

Ya se puede concertar citas con la psicopedagoga y Moscú a través de su correo electrónico (carmen@centrodeformaciondratabares.es) o a través de su teléfono de contacto (624-122-578).

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