Día Mundial de la Terapia Ocupacional
Los profesionales de la Terapia Ocupacional piden más reconocimiento en el sistema sanitario y social
Claudia Manzano, Terapeuta Ocupacional en Monesterio: “Ayudamos a las personas a alcanzar la máxima independencia posible en su vida diaria”

Dolores y Claudia en una de sus sesiones de Terapia Ocupacional. / cedida
Cada 27 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Terapia Ocupacional. Este año, el lema elegido por su Federación Mundial es, ‘Terapia Ocupacional en acción’. El objetivo es visibilizar las valiosas aportaciones de esta profesión, en beneficio de las personas con discapacidades o dificultades, para que recuperen su independencia y mejoren su calidad de vida.
En este día mundial, Claudia Manzano, Terapeuta Ocupacional, que desempeña su profesión tanto a domicilio como en la clínica CorporeSalud de Monesterio, reflexiona sobre la situación actual de esta profesión en nuestro país: “Son pocas las plazas públicas, y aún existe un largo camino por recorrer para que nuestra figura sea plenamente reconocida dentro del sistema sanitario y social”. La profesional reivindica que el sistema, “nos reconozca y que no deriven nuestro trabajo por intuición”. “Cuando una persona necesita de nuestra colaboración, debe saber dónde acudir”, sostiene la profesional.
Esta disciplina sanitaria, “ayuda a las personas a alcanzar la máxima independencia posible en su vida diaria”. Profesionales como Claudia, trabajan, día a día para que “cada persona pueda volver a realizar aquellas actividades que dan sentido a su día a día: vestirse, cocinar, trabajar, relacionarse o disfrutar de su tiempo libre”. Terapia Ocupacional es, “acompañar, escuchar, comprender lo que una persona necesita para volver a sentirse ella misma. Es, ver capacidades, cuando otros solo ven limitaciones”, expresa, Manzano.
El caso de Dolores
En su trabajo diario, tanto con adultos, como en atención temprana, la profesional comparte y difunde la labor de quienes se dedican a este trabajo. “Cuanto más se conozca nuestra labor, más personas podrán beneficiarse de ella”, afirma. Como muestra de la importancia del uso de este tipo de terapias, para incrementar la independencia funcional y poder alcanzar la máxima independencia, Claudia Manzano, relata el caso concreto de una de sus pacientes.
Dolores, vecina de Monesterio, sufrió un ictus. “Cuando comenzamos a trabajar juntas, apenas podía realizar sus actividades cotidianas. No movía el brazo derecho, ni la mano, ni sus cinco dedos. Con esfuerzo, constancia y una implicación admirable, poco a poco fue recuperando no solo sus capacidades físicas, sino también su confianza”.
Pasados unos meses, Dolores, “puede hacer cosas que al principio parecían imposibles. Se viste, friega sus platos, hace su cama, coge los cubiertos, y justo hace poco me dijo que mientras desayunaba churros, se los estaba comiendo con la mano derecha, sin darse cuenta”. Cada pequeño avance suyo, “ha sido también una fuente de aprendizaje para mí”, expresa Claudia, para quién Dolores, “es solo un ejemplo del poder transformador de esta profesión”.
En su reflexión, Manzano, que afirma tener “la suerte de contar con un sueldo digno y estabilidad laboral”, se siente dolida, al ver “como una profesión tan necesaria, sigue luchando por el lugar que merece”.
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