Migas con sardinas y una chocolatada para casi 1.000 comensales, antes del entierro de la sardina, que fue incinerada en la explanada central del recinto ferial. Así despidió Monesterio uno de los carnavales más participativos de los últimos años.

En su balance final, Juan Molina, concejal de Cultura, quiso dejar constancia de la «participación», pero fundamentalmente, de la «implicación» de la ciudadanía con una fiesta que «va a más», en la que destacó el gran desfile de carnaval de la tarde del sábado, «con una asistencia pocas veces vista», así como la «originalidad de los disfraces presentados a concurso». Tanto es así, que la organización «se vio obligada» a dar algún premio más de los previstos, «dada la singularidad y el trabajo» de los disfraces que se prepararon exclusivamente para este certamen.

En cuanto al cambio de ubicación, de la plaza del Pilarino, al pabellón multiusos, Molina lo considera «todo un acierto», dada la versatilidad de este espacio, «capaz de acoger actividades multitudinarias».

La organización se reafirmó en el formato actual de la fiesta, de «tres días intensos», con actividades «para todos los públicos».