Motociclismo
Marc Márquez rompe cinco años de sequía y vuelve a ser el rey de MotoGP
Nadie dijo que sería fácil. Si no lo ha sido recuperarse de la fractura del húmero derecho, tampoco iba a serlo volver a estar en la cima del mundo, pero Marc Márquez Alentà, de 32 años, ha conquistado hoy su noveno título mundial en Motegi (Japón), 2.184 días después de celebrar el octavo en Tailandia-2019. Marc acabó segundo tras su compañero 'Pecco' Bagnaia, que logró el doblete en Japón

El GP de MotoGP de Japón, en imágenes. / FRANCK ROBICHON / EFE

Es difícil, muy difícil, ver, vivir, admirar una gesta igual. Hay quien ya la ha catalogado como la mayor gesta y, por descontado, el más espectacular de los regresos del mundo del deporte. Marc Márquez Alentà, de 32 años, que revolucionó el mundo de las carreras, el Mundial de las dos ruedas y, por descontado, la categoría reina de MotoGP, con el bautismo más impresionante y revolucionario de la historia cuando, en 2013, rompió todos los récords habidos y por haber de precocidad, acaba de coronar, en Motegi (Japón), la vuelta, la resurrección (hay a quien no le gusta nada ese término, pues Marc jamás estuvo muerto, siempre estuvo muy, hasta demasiado, vivo), el regreso más impresionante del motociclismo mundial.
Marc Márquez se convirtió, en 2013, en el campeón más joven de la historia con 20 años y 266 días y, hoy, ante 46.404 japoneses apasionados por las carreras, el espectáculo, la fiesta y la adoración a sus mitos, ha redondeado la gesta y, por descontado, su regreso, convirtiéndose en el campeón más ¿viejo?, veterano, experto, entrado en años de la historia, al recuperar el título ya con 32 años y 223 días. ¿Hay alguien capaz de protagonizar una gesta así? ¿Hay alguien capaz de coronarse, de nuevo, rey de su disciplina 12 años después? Nadie, solo un genio (“un mago, eso es lo que es, un mago”, dice Gemma Pinto, su pareja) es capaz de semejante hazaña.

Márc Márquez celebra su séptimo título de MotoGP. / EFE
Marc Márquez ha celebrado hoy, en Motegi (Japón), su noveno título mundial de motociclismo y lo ha hecho sin mostrar el nº 9 que le corresponde, ni tampoco el nº 7 que deseaba la organización. Lo ha hecho con la leyenda "más que un número"
Marc Márquez Alentà no se desfiguró el rostro, no se quemó la piel, no llamó a las puertas del cielo, pero sí vivió inmerso en la desesperación, la angustia y la incertidumbre (“mamá, deberíamos empezar a ahorrar porque me temo que esto se acaba”, llegó a decir a Roser) durante cuatro años, obligado a pasar cuatro veces por delicadísimas e inciertas intervenciones quirúrgicas (“ese inmenso reloj que suele haber siempre en los quirófanos se me aparece de vez en cuando”), hasta ver la luz al final del túnel, echarle más valor que nadie, renunciar a un contrato millonarísimo con Honda, ponerse a prueba con una moto vieja en un equipo privado, abrirles los ojos a los jefes de Ducati y acabar teniendo entre sus manos la mejor máquina de ganar que existe, la ganadora ‘Desmosedici’.
“Algún día, antes de que dejemos este mundo, buscaré un instante, encontraré un rincón, lo secuestraré durante tres minutos, lo sentaré frente a mí y le diré ‘Marc, por favor, dime por qué tanto sacrificio, dime por qué tanto dolor, explícame por qué tanto sufrimiento, quiero saberlo’”, cuenta el maravilloso, el bueno de José Luis Martínez, su asistente, el hombre que no se separa de Marc ni un metro ni medio minuto desde hace decenas de años. “Se lo preguntaré para quedarme tranquilo, pues yo sé la respuesta: pasión, Jose, pasión, me apasiona correr, disfruto corriendo, soy feliz haciendo esto y si, encima, hago feliz a los míos, valdrá la pena todo lo que nos hemos sacrificado, tú y yo, porque tú, Jose, eres mi red, mi colchón, cuando yo me caigo, quien me recoge eres tú”.

El GP de MotoGP de Japón, en imágenes. / Hiro Komae / AP
Pasión, amor, disfrutar
Esto no va de números, muy pocos pilotos ganan el 35% de las carreras que corren, se suben al podio el 58% de la carreras, poseen el récord mundial de ‘poles positions’ (102) y acumulan nueve títulos mundiales. Esto va de pasión, de amor por la profesión, de disfrutar. “Sin ser feliz, es imposible ganar”. Ya saben “todo es posible, nada es seguro”, pero MM93, que asegura poseer aún “la capacidad de pasárselo bien de cuando tenía 10 años, la pasión de cuando debutó en MotoGP y el instinto ganador de aquel fabuloso 2019”, acaba de coronarse, de nuevo, 2.184 días después de ser campeón en Tailandia-2019, rey de reyes.
Marc se presentó, el jueves, en Motegi, Japón, con un casco nuevo. En él, ‘Et’, ‘il cannibale’, como le llaman los italianos, había hecho dibujar un Daruma, ese divertido símbolo de la tradición japonesa que aparece con solo un ojo, pues el otro solo te está concedido pintártelo cuando cumples el deseo que te habías propuesto. Es posible, sí, que el nuevo rey aparezca en Indonesia, el próximo fin de semana, con el Daruma más reluciente y mágico de la historia de Japón, viendo el futuro abierto, limpio, optimista, brillante, nada que ver con el pasado que Marc, el hijo de Julià y Roser, ha dejado atrás destrozando todos los pronósticos y enterrando toneladas de desgracias.
"Es imposible incluso hablar. No quiero recordar todo el sufrimiento pasado. Ahora estoy en paz conmigo mismo. Cometí el error más grande de mi carrera al querer volver antes de tiempo tras el accidente y la fractura de Jerez-2020. Pero luché, luché y luché y volví a ganar. Ahora ya estoy en paz".
La carrera de este domingo, la que decidía el título fue, sin duda, una prueba pendiente de eso, del título de Marc, que empezó peleándose con Pedro Acosta (KTM), vigilando, con el rabillo del ojo, a Joan Mir, que ha colocado brillantemente a Honda en el tercer escalón del podio de Motegi tras Bagnaia y el mayor de los Márquez, mientras Àlex Márquez acabó en una discreta sexta posición, ya saben, insuficiente para complicarle la vida o alargar el alirón hasta Indonesia.
"Más que un número"
Hubo un momento, a lo largo de la carrera, en que muchos pensamos que MM93 podría, incluso, coronarse consiguiendo su victoria 100 en su brillantísima carrera, pues la rueda trasera o el motor de la 'Desmosedici' de Bagnaia escupía humo sobre la pista, en las últimas diez últimas vueltas. Pero la moto de Bagnaia aguantó y el 'tri' italiano pudo lograr su segundo triunfo de la temporada y, posteriormente, añadirse a la fiesta de MM93, que no celebró el título con el nº 9, como dice la historia, ni con el nº 7, como pretende la organización del Mundial, sino con la leyenda "más que un número"

El GP de MotoGP de Japón, en imágenes. / FRANCK ROBICHON / EFE
La fiesta final fue, sin duda, una fiesta mundialista, todo el mundo celebró que el rey de reyes ha vuelto, incluso, por descontado todos su rivales y también, sí, también, toda el equipo Honda, que le dejó marcharse para reiniciar su carreras. También, claro, Ducati, que volvió a protagonizar un doblete histórico y lo hizo totalmente de rojo, claro. Fue, en medio de esta multitudinaria y compartida celebración, cuando Marc reconoció que se encontraba "en paz conmigo mismo". "Es imposible incluso hablar", señaló ante el micrófono de MGP TV, envuelto en lágrimas. "No cuiero recordar todo lo que he pasado. Ahora estoy en paz conmigo mismo. Cometí el error más grande de mi carrera al querer volver antes de tiempo tras el accidente y la fractura de Jerez-2020. Pero luché, luché y luché y volví a ganar. Ahora ya estoy en paz".
Gran Premio de Japón: 1. 'Pecco' BAGNAIA (Ducati), 42 minutos 09.312 segundos; 2. Marc MÁRQUEZ (Ducati), a 4.196 segundos; 3. Joan Mir (Honda), a 6.858 segundos; 4. Marco Bezzecchi (Aprilia), a 10.128 segundos y 5. Franco Morbidelli (Ducati), a 10.421 segundos.
Mundial de pilotos: 1. Marc MÁRQUEZ (España), 541 puntos, nuevo campeón del mundo de MotoGP; 2. Àlex MÁRQUEZ (España), 340; 3. 'Pecco' BAGNAIA (Italia), 274; 4. Marc BEZZECCHI (Italia), 242 puntos y 5. Franco MORBIDELLI (Italia), 196.
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