Entrevista | Luis Rodríguez Ardila Ex ojeador de Liverpool, Villarreal o Atlético de Madrid
Luis Rodríguez Ardila: «Siempre me he sentido muy valorado en el Atlético de Madrid»
Después de media vida en la máxima élite del fútbol mundial, el pacense de 66 años ha decidido recopilar sus recuerdos en su libro ‘Toda una vida’

Luis Rodríguez Ardila en la foto de la portada de su libro. / Fundación CB
De Badajoz a la élite del fútbol europeo, y ahora también al papel. Tras más de tres décadas dedicadas al fútbol profesional, Luis Rodríguez Ardila repasa su trayectoria en Toda una vida, un libro que combina recuerdos, fotografías y vivencias de una carrera marcada por su paso por clubes como Liverpool, Villarreal o Atlético de Madrid. El exojeador, que inició su andadura en el Badajoz, publica una obra en la que mezcla la nostalgia con la mirada analítica del que ha vivido el fútbol desde dentro. «Me jubilé y empecé a tirar de recuerdos», confiesa, en una entrevista en la que repasa sus comienzos, su vínculo con Paco Herrera, las grandes etapas de su carrera y los valores que han guiado su forma de entender el fútbol.
Tras más de tres décadas vinculado al fútbol de élite, decide ahora publicar Toda una vida, un libro que cuenta su trayectoria de una forma muy especial. ¿Cómo surge la idea?
Surge de manera sencilla. Yo me jubilo en el año 2023 y pasé a tener mucho tiempo libre. Quise tirar de recuerdos y decidí hacer un álbum con fotos de mis años como profesional. Lo fui comentando con mi círculo y surgió la idea de hacerlo biográfico. Comencé por mi etapa como jugador y después, tras asesorarme, decidí transformarlo en un álbum con anotaciones. Cuento mi vida pero de una forma visual porque creo que una imagen vale más que mil palabras.
Su primera etapa en una dirección deportiva arranca en el Badajoz, el equipo de su ciudad.
Llego al Badajoz de una manera un poco extraña. Me retiro como jugador y le prometo a mi mujer que dejaba el fútbol y que la atendía a ella. Un día, me encuentro con Paco Herrera y me dice que si le puedo echar una mano. Fui a verlo y aquel mismo día salí de la reunión con once balones y las fichas de los jugadores. Yo no quería ser entrenador, pero a Paco le hacía falta y me puse a su servicio. Él sabía que quería formarme en la dirección deportiva y comenzamos por ahí.
¿Qué significado tiene en su carrera la figura de Paco Herrera
Para mí es un maestro. Es el primero que me dio la oportunidad y supo ver en mí lo que él necesitaba. Es un amigo al que estaré eternamente agradecido porque sin él esta trayectoria no habría sido posible.
¿Guarda similitudes la época en la que usted llegó al Badajoz con la que atraviesa el club actualmente?
Alguna hay. No teníamos posibilidades económicas pero tiramos de imaginación y talento. La dirección buscó la fórmula para unir lazos con clubes de la provincia y siempre teníamos la oportunidad de incorporar a los mejores jugadores de cada club. De ahí sale Izquierdo, Carrizosa, Lauri o Fael. Como no teníamos vídeo abaratábamos costes de ese modo, esa era nuestra fuerza. La guinda del pastel eran los jugadores de fuera, que marcaron la diferencia, como fue el caso de Pozo.
Su etapa en el Badajoz concluye y aparece el Deportivo Alavés
Para mí supuso un shock por tener que abandonar al equipo de mi ciudad y en el que me había criado. Fui de la mano del Badajoz mientras supe que no me caía, pero cuando supe que las cosas no iban bien y podía caminar solo decidí soltarme. A Paco Herrera le ofrecen un puesto de ojeador que él no acepta y me llama para explicarme que ha dado mi nombre. Me puse de acuerdo con el Deportivo Alavés para trabajar en las categorías inferiores y ahí estuve dos meses, hasta que conocí a Juan Carlos Rodríguez, quien por entonces era director deportivo del club. Me dijo que había visto mis informes, nos conocimos en Badajoz y me ofreció formar parte del departamento que trabajaba en el fútbol profesional. En la temporada en la que me incorporo, el equipo llegó a la final de la Copa de la UEFA, en un partido en el que perdimos 5-4 contra el Liverpool. Hicimos fichajes que otros no hubieran hecho, como Javi Moreno, Contra, Telles o Karmona. Gracias a ellos conseguimos competir a un muy alto nivel.
Es paradójico que el Alavés perdiera esa final ante el que iba a ser su siguiente destino.
El Liverpool es el espaldarazo definitivo a mi carrera, y una vez más tiene a Paco Herrera como protagonista. Él ficha por el Liverpool y Rafa Benítez le dice que hay que colocar a unos ojeadores en zonas estratégicas de Europa. Yo iba a firmar por el Deportivo Don Benito, que acababa de ascender a 2ªB, pero Paco me llama y me pide unas bases de datos sobre jugadores en Portugal. Yo le dije que se las facilitaría sin problema, pero a las tres horas me llamó para preguntarme si me gustaría fichar por el Liverpool. En un primer instante pensé que bromeaba, pero su insistencia me hizo sospechar que la oferta iba en serio. Me fui a Liverpool, firmé el contrato y hablé con Rafa Benítez para empezar a trabajar lo más pronto posible.
Tras cinco exitosos años en Liverpool aparecen la figura de Antonio Cordón y el Villarreal.
Llego a Villarreal para ser director de captación de la base. Estuve dos años en ese puesto y cuando las categorías inferiores estuvieron como Antonio quería pasé a formar parte del departamento de fútbol profesional. Hicimos un gran equipo que se metió en Champions, con nombres como Diego López, Godín, Bruno Soriano o Santi Cazorla. En la siguiente temporada nos tocó el grupo de la muerte en Liga de Campeones con Bayern Múnich, Manchester City y Nápoles, y no ganamos ningún partido. En liga solo nos faltaba un punto para la salvación matemática, pero no sumamos ninguno en las últimas cinco jornadas y nos fuimos a Segunda. A pesar de ello, logramos hacer un equipo de garantías y conseguir el ascenso el siguiente año con Marcelino como entrenador. De esa etapa, guardo mucho cariño a dos fichajes. A Gerard Moreno, que lo fiché del Badalona con 15 años y ha sido internacional, y a Manu Trigueros, que lo sacamos del Murcia y que no ha debutado con la Selección Española por el alto nivel que ha habido en el centro del campo en los últimos años.
Y entre tanto apareció el Real Madrid.
Cuando desciende el Villarreal me marcho a un torneo en Francia. Allí coincidí con Paco de Gracia, que era el máximo responsable de la parcela de ojeadores del Real Madrid. Me dijo que me fuera con ellos y llegué a visitar las instalaciones del club tras el torneo, pero finalmente decidí quedarme en Villarreal y es una decisión de la que no me arrepiento.
La etapa en Villarreal se cierra tras nueve temporadas y aparece otro club de una magnitud gigante, el Atlético de Madrid.
Es uno de los pasos más relevantes en mi carrera. Estaba en Venecia viendo un partido Sub-21 y me llega una llamada en la que se me dice que el Atlético se ha quedado sin jefe de ojeadores y que si me interesa el puesto. Poco después, Andrea Berta se puso en contacto conmigo. No nos conocíamos pero tuvimos feeling desde el primer momento. Le estoy muy agradecido porque me dio la oportunidad de trabajar para un club grandísimo. Tuve poder de decisión y se me dio libertad a la hora de tomar decisiones. Me he sentido muy valorado en el Atlético de Madrid.
¿Cree que es su mejor etapa como profesional?
Sí, porque tuve la mayor visibilidad de mi carrera. Formé parte de todas las decisiones importantes que correspondían a mi parcela y me sentí muy valorado. La salud me limitó y mi mujer tenía ganas de que me viniera, pero me ofrecieron tres años más de contrato para seguir en el club.
¿Cuáles son las claves para ser un buen ojeador y permanecer tantos años en la élite?
Me enseñaron una palabra: discreción. Después, hay que conocer al jugador y a su entorno. Siempre va a haber más noes que síes, pero cuando dices que no a un jugador tienes que hacerlo por algún motivo, y ese motivo debe estar documentado.
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