Costumbres y memoria
"Muchos jóvenes vienen por el Día de los Santos cuando la gente mayor va muriendo"
Las floristerías extremeñas viven la campaña más intensa del año en la víspera de una de las fechas nacionales más señaladas. Pese al paso del tiempo y el cambio en los hábitos, la tradición de llevar flores a los cementerios sigue viva en la región

Carlos Gil
Las calles que rodean el paseo de Cánovas se llenan este viernes de flores. En vísperas del Día de Todos los Santos, los extremeños se acercan a recogerlas para recordar a quienes ya no están. En el legendario quiosco de Flores Juanvic, una larga cola se forma entre murmullos y aromas, mientras los trabajadores cortan tallos, combinan colores y dan forma a coronas y ramos de claveles, margaritas, gladiolos o crisantemos que inundan el mostrador y las mesas adosadas, como un anticipo de los cementerios que mañana se llenarán de vida.
La dueña del céntrico establecimiento, Verónica Pulido, asegura que en la ciudad "siempre hay muy buena respuesta en estas fechas" y que supone su campaña principal. Este año, las ventas se mantienen en la misma línea que en los anteriores, aunque la previsión depende de cada caso. Hay quienes comienzan a hacer los pedidos con dos semanas de antelación y quienes deciden dejarlo para última hora.
Las ventas y el personal
Pese a la inflación y al tiempo inestable, Pulido señala que los precios se han mantenido estables: "Tenemos centros desde 20 euros y, en el caso de los ramos, depende de lo que el cliente quiera gastarse. Están de cinco, seis, diez...".
Lo que sí cambia es el ritmo de trabajo. Por el gran número de encargos, las floristerías se ven obligadas a reforzar el equipo. "Según llegan los pedidos, vamos al almacén, gestionamos la mercancía, los preparamos y los metemos en las cámaras. Normalmente somos dos personas, pero en estos días contratamos a cinco o seis más", explica.
Una tradición que los jóvenes heredan
En la Floristería Becedas, situada en la calle Amberes, Guadalupe Trujillo no da abasto. Varios dependientes trabajan sin descanso porque, como explica, "es la fecha más fuerte del año, nunca falla porque nadie suele escatimar en flores".
Aunque la jornada es intensa, Trujillo reconoce que también es una campaña emocionalmente difícil: "Casi todos vienen para honrar a sus difuntos y son días dolorosos. Es una campaña triste". Aun así, destaca que la tradición se mantiene viva entre generaciones. "Nunca se pierde. Vienen muchos jóvenes cuando la gente mayor va faltando, porque lo hacían sus padres o sus abuelos y me lo recuerdan. Me dicen: 'Soy la hija de tal, mi madre venía siempre aquí, y ahora que ella ya no está...'", relata.
En Becedas, el equipo se organiza con, al menos, un mes de antelación. "Empezamos a coger encargos para hacer una previsión. Tenemos un cálculo aproximado, que luego se suma a la venta directa en tienda", explica. La mayoría de la clientela acude con tiempo, consciente de que, en caso contrario, tendrá que conformarse con lo que quede.
Durante estos días, el trabajo se multiplica y el equipo también. "Normalmente somos cuatro o cinco en plantilla, pero ahora llegamos a estar hasta diez", detalla Trujillo.
Una tradición con mayor apego en Extremadura
Los testimonios de las floristas coinciden con las estadísticas, que señalan que en Extremadura y Andalucía el apego a esta tradición es mayor que en resto del país, con 7 de cada 10 habitantes que aseguran celebrarlo cada año. A su vez, la media nacional se sitúa en un 58%.
Lo que está claro es que el arraigo sigue siendo profundo entre los españoles, puesto que el 84% considera importante mantener esta costumbre, según un estudio elaborado por Ipsos para el grupo funerario Mémora.
El informe revela además que la festividad ha evolucionado hacia un significado más emocional y menos religioso, centrado en el recuerdo y homenaje a los seres queridos. De hecho, el 62% prefiere ramos variados frente al tradicional crisantemo, y crece la tendencia a personalizar los arreglos florales con distintas combinaciones, algo que las floristerías extremeñas confirman en estos días de intensa actividad.
Caída de la ocupación
Una intensidad que se ha visto afectada en la ocupación turística, que en Extremadura ha caído al 50%, una cifra inferior a la de años anteriores, en los que se alcanzaron niveles del 80% o incluso del 90%. La ausencia de festivos en días laborables y las alertas por lluvias han sido los principales factores que han frenado las reservas.
Un año más, las calles extremeñas huelen a rosas y crisantemos. Y, a pesar de la lluvia, jóvenes y mayores recogen sus ramos para depositarlos mañana en los cementarios, llenando de color la ausencia en una tradición que resiste al tiempo.
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