Opinión | Fragmentos de Badajoz
Las Carnicerías Reales
Las primitivas carnicerías donde se pesaba la carne, también el pescado, eran muy pequeñas

La esquina de las Carnicerías Reales. / P. C.
Desde el siglo XVI las primitivas Carnicerías Reales estaban en el solar que hoy ocupa el que fuera convento franciscano de San Gabriel que, una vez desamortizado, quedó su iglesia como la nueva parroquia de la Concepción en la calle San Juan, antes calle Carnicerías Viejas. El 22 de diciembre de 1762 el Real y Supremo Consejo de Castilla otorgaba la cesión de las antiguas Carnicerías Reales y el Rastro (lugar donde se sacrificaban los animales) para la construcción de las nuevas y el convento de San Gabriel. La escritura de venta se hizo el 16 de noviembre de 1763. Fueron tasadas por peritos en 22.089 reales y 16 maravedíes. Las primitivas carnicerías donde se pesaba la carne, también el pescado, eran muy pequeñas. Se citaba que se componían de cuatro piezas bajas, situadas en la calle de las Carnicerías (hoy San Juan), con su puerta falsa a la calle de las Ollerías (hoy San Gabriel). El Rastro tenía una sola pieza, haciendo esquina a la calle de la Concepción Baja (hoy Concepción Arenal). El valor de estas dos propiedades se tasó después en 16.431 reales y 16 maravedíes, pues se le rebajaron 5.658 reales del valor de las dos rejas de hierro de las carnicerías, de la portada de granito de la puerta principal, de las dos rejas de balaustre de hierro del Rastro y de otros materiales reaprovechables para las nuevas.
En un principio, el ayuntamiento pensó construirlas frente a las antiguas, en las ‘Esquinas del Rastro’, en las casas de los caldereros y una botica que hacían esquina a las calles Cerrajería (hoy El Brocense) y Zapatería (hoy Moreno Zancudo). La obra se tasó en 35.980 reales, pero no sirviendo los materiales de las casas que se tendrían que demoler, se tasaron en 68.974 reales. Se buscó otro lugar más espacioso y de menor precio que el anterior. Se propuso construirlas en la entonces calle de las Comedias (hoy Donoso Cortés), entre la casa del mayorazgo de los Carvajal y otra perteneciente al Real Hospicio. Sin embargo, Gonzalo Antonio de Carvajal, vecino de Cáceres, se oponía a estas obras por tener un corral en ella y le ocasionaría perjuicios. Más tarde se informa de que el mencionado solar donde se pretendían construir era el del antiguo patio de comedias del siglo XVII (hoy lo ocupa el edificio Zeta). El coste total de la obra ascendía a 60.146 reales. Finalmente, como no se dio permiso por parte de los Carvajal, se propusieron cuatro casas pequeñas «de corto valor que no hacen falta al vecindario» en la llamada calle de Tomarrey (deformación de Tomás Rey), que son las actuales Felipe Checa y Luis Braille. Se comentaba el perjuicio y las incomodidades que le acarreaban al vecindario y a las tropas de la ciudad las antiguas carnicerías y el beneficio público de las nuevas, «por el mayor ensanche, ventilación y desahogo», y librarse el convento de San Gabriel de la «indecente y ruidosa inmediación que le causan dichas carnicerías».
La obra de las nuevas Carnicerías Reales la realizaron el alarife Julián Araujo y el carpintero Diego Vázquez. Las tasó el maestro mayor de las obras de fortificación Alonso Gómez Corrales. El ayuntamiento afirmaba que no tenía fondos para costear la obra. Para ello, decide utilizar el producto de los arbitrios de pastos que tenía concedido para la construcción de las nuevas Casas Consistoriales. Lo aprobó el Supremo Consejo de Castilla el 22 de diciembre de 1764. El 24 de agosto de 1766 Julián Araujo y Diego Vázquez hicieron una puja por 72.000 reales y se les admitió. Anteriormente, estuvieron tasadas en 85.000 reales. Esta obra la harían «con toda solidez y hermosura por lo exterior y lo interior, con sus oficinas, según y como demuestra su plan y diseño».

La puerta principal. / P. C.
El edificio tendría ocho varas (6,8 metros) de alto en vez de diez, como estaba previsto inicialmente. En lugar de un suelo de piedra, sería de empedrado de rollos (cantos rodados). Recibirían 66.342 reales en vez de 72.000, porque se reutilizarían algunos materiales de las antiguas carnicerías y de las casas que se derribaron. Se les entregarían 22.114 reales al comenzar la obra y continuarla hasta estar sacada de cimientos y se llegase hasta los alféizares de los portados. Igual cantidad cuando el edificio tuviera 6 varas de alto, 11.057 reales más cuando estuviera concluida la cornisa. Y los 11.057 reales restantes, estando concluida la obra y el mismo día en que entregasen las llaves.
Las casas y corrales donde se iba a hacer la obra se demolerían y se allanaría el terreno, aprovechando la piedra y ladrillo. Una vez limpio el terreno, se trazaría el edificio con piquetes y cuerdas de acuerdo al plano, que tendrían ambas partes, en presencia de los caballeros comisarios, quedando conformes con el perito inteligente que por la ciudad fuese nombrado. La piedra, ripio, ladrillo y demás materiales tendrían que ser reconocidos por los caballeros comisarios antes de usarlos, así como las mezclas de morteros. Las puertas principales serían de madera de castaño bien seco, con su postigo, herrajes, cerraduras, bisagras, cerrojos con su cerradura y con clavos de cabeza redonda. A todas las puertas y ventanas, exteriores e interiores, se les daría color con aceite de linaza a dos manos. Las pilastras y arcos serían de ladrillo bien cocido con mezcla fina, lucido por dentro y por fuera, blanqueado con cal. Las tejas serían de buena calidad, de barro bien cocido. El vuelo de la cornisa sería de orden toscano, con sus almenas. El edificio se entregaría libre de escombros.
Las cuatro casas a derribar se tasaron por los maestros alarifes Juan Francisco Regidor y Francisco Santos en 20.275 reales de vellón. El 8 de octubre de 1763 se vende la primera casa. En este caso era una casa-horno de cocer pan, llamada de Cisneros. Estaba en la calle «llamada en lo antiguo como de Elbas» y por entonces de Tomarrey, por 8.250 reales. Era propiedad del regidor perpetuo de Badajoz Tomás Benegas de la Torre. El 22 de octubre se vende la segunda, que era la de Diego Vázquez Guerra y su mujer, Manuela Nieto Chumacero, que hacía esquina, por 4.135 reales. La tercera era la de Pedro Jerónimo Velasco Rubio, que se vende el mismo día por 3.330 reales. El 12 de diciembre se vende la cuarta casa con su cochera contigua, que era del confitero Bartolomé Rabanal y su mujer, Antonia de la Vega, por 2.494 reales. En su portada de granito, reaprovechada, se grabó el año de 1768. Esto indicaría que las obras duraron dos años como estaba previsto, siendo inauguradas el 20 de diciembre de 1768, según el historiador Leonardo Hernández Tolosa.
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