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Opinión | EL CHINERO

Directora de La Crónica de Badajoz

Un cuadro verde de Goya

La pala cargada de nenúfar chorreando agua recuerda a 'Saturno devorando a su hijo'

La pala atrapa nenúfar con lodo del Guadiana en Brazo Jamaco.

La pala atrapa nenúfar con lodo del Guadiana en Brazo Jamaco. / S. GARCÍA

Anunciaron que a finales de octubre comenzarían los trabajos para luchar contra el nenúfar mejicano en el Guadiana a su paso por Badajoz. Con puntualidad británica, las máquinas entraron en el río el pasado lunes (27 de octubre). Solo pescadores o caminantes tuvieron la suerte de verlas esa misma mañana. Comenzaron en el Brazo Jamaco, aguas arriba. Estaba todo calculado. La semana anterior se había anunciado la reunión del martes de la comisión de seguimiento, integrada por responsables de las tres administraciones que, al terminar, informaron a la prensa de que las actuaciones contra la planta invasora habían comenzado el día anterior.

La imagen de la pala saliendo del río cargada de hojas en racimo chorreando agua recuerda al cuadro de Goya ‘Saturno devorando a su hijo’, perteneciente a su serie de las Pinturas Negras. De haber vivido ahora en Badajoz, sería una pintura verde.

El nenúfar mejicano se detectó en 1980 en arroyo Cabrera, un afluente del Guadiana a la altura de Sagrajas. Hace 45 años. Su proliferación ha tenido que ver con que en 1987 se construyese el azud de La Granadilla para la protección del colector de aguas residuales. Esta obra transformó radicalmente el cauce. La corriente del agua se ralentizó y el río se convirtió en un gran estanque en cuyo lecho se iban depositando sedimentos. Como consecuencia positiva, favoreció la biodiversidad. Pero no solo benefició a las especies autóctonas, sino que se convirtió en un hábitat acogedor para las foráneas. Entre ellas, el camalote y el nenúfar. Pocos habrán olvidado la imagen del camalote cubriendo la superficie. Fue un milagro que se lograse controlar con la acción heroica y eficaz de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Está controlado, pero no erradicado. La Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) destina anualmente 4 millones de euros a eliminar las semillas de esta especie exótica.

33 va a invertir en intentar controlar el nenúfar mejicano, que hace 45 años era una mancha en un arroyo y hoy ocupa un centenar de hectáreas y 27 kilómetros de cauce. Seis años vamos a tardar en dejar de ver el río verde. De los 33 millones, más de 25 son para el deslodado del Guadiana, una operación mecánica que solo se puede acometer de octubre a marzo, para no entorpecer el ciclo biológico de las especies que lo habitan. La CHG sostiene que contra el nenúfar se viene actuando desde 2011. Básicamente, segando para facilitar los usos deportivos del río. Es cierto que no era fácil tomar la decisión de deslodar el río para acabar con las raíces de esta planta, más en un espacio tan protegido. Años se han llevado debatiendo qué solución adoptar. Pero a nadie se le escapa que no es lo mismo quitarse 5 kilos de sobrepeso que 50. El esfuerzo no es solo mayor, sino también el riesgo para la salud. Si en lugar de esperar tantos años se hubiese actuado antes contra la Nymphaea mexicana, cuando su extensión era visible y el peligro acechante, ahora no costaría 25 millones atajarlo.

25 millones que, vengan de donde vengan, proceden del bolsillo de los contribuyentes, ya sea dinero de Europa o del Gobierno central, del ayuntamiento o de la Junta de Extremadura. Ni 25 millones ni 6 años con máquinas metidas en el río engullendo plantas y el lodo del que se alimentan sus raíces. Y si por fin han comenzado a trabajar, ha sido porque hace justo un año hubo una asociación, Salvemos el Guadiana, que organizó una manifestación, que movilizó a 2.000 personas, que en Badajoz equivalen a dos millones. El mero anuncio de la protesta, que comenzó en la Delegación del Gobierno y terminó en la CHG, removió a sus responsables, que intentaron quitarse el verde de encima culpando a la Junta y al ayuntamiento de la inacción contra el nenúfar. El movimiento ciudadano fue imparable y había que comprometerse, poner plazos y cumplirlos. De aquellos barros vienen estos lodos. Nunca mejor dicho. Para que el Guadiana deje de pintarse verde.

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