Día de Todos los Santos: Los niños dan vida a los cementerios de Badajoz

Entre los miles de visitantes acuden hoy a los camposantos de la ciudad, muchos son menores. «Hay que hacerles partícipe de la muerte para que no le tengan miedo», dicen los padres

Los vendedores de flores se quejan de que se ha vendido casi un 50 % menos que el año pasado por culpa de la lluvia

Vídeo | Día de Todos los Santos en Badajoz

Andrés Rodríguez

Irene Rangel

Irene Rangel

Roberto tiene 11 años, Carmen acaba de cumplir 9 y Valeria, 8. «Hemos venido a darle flores a nuestro abuelo Justo Félix». De él recuerdan su barba, entre negra y blanca, y cómo jugaba con ellos. Los tres primos recorren el pasillo principal del cementerio de San Juan portando un centro de flores blancas, rojas y amarillas. «Las hemos elegido nosotros», confirman. Su abuelo murió hace un año y medio y estos niños afirman haber venido «muchas veces» a visitar la tumba «porque lo echamos de menos, era muy bueno». Susana Sansón, madre y tía de estos niños, se emociona al escucharles hablar. «Habíamos quedado en venir ayer pero los niños nos pidieron venir, así que esperamos a hoy que no tenían colegio. Es importante recordar a los mayores, a los seres queridos».

Robeto, Carmen y Valeria con el centro de flores que han elegido para su abuelo.

Robeto, Carmen y Valeria con el centro de flores que han elegido para su abuelo. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Atrás quedó el tiempo en el que se alejaba a los niños de los cementerios. «Es que ellos tienen que saber dónde están sus mayores, también les viene bien saber qué pasa después de morir», explica Sansón. Como esta familia, muchas son las que hoy han visitado los dos camposantos de Badajoz en compañía de los pequeños de la casa. La estampa era tan distinta y el cementerio estaba tan poblado de infantes que provocaba el comentario de los mayores. «Se lo he comentado a mi hermana al llegar, es imposible no fijarse, esto está lleno de niños y además se están portando divinamente», decía Rufi Camino, de 79 años.

Benigno (abuelo), Álvaro (nieto) y Francisca (bisabuela) en el cementerio de San Juan.

Benigno (abuelo), Álvaro (nieto) y Francisca (bisabuela) en el cementerio de San Juan. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Álvaro, Benigno y Francisca pertenecen a tres generaciones distintas de la familia Soto. La bisabuela y el abuelo le explicaban a Álvaro esta mañana en qué lugar está enterrada la familia. «Antonio es el tatarabuelo del niño y aunque él no lo conoció, tiene que venir», decía la Francisca. A sus doce años, Álvaro acompaña a sus mayores porque «estamos siempre juntos». Algo más mayor es Pilar. Con 14 años, es ella la que se ha ofrecido a venir con su madre al cementerio el Día de Todos los Santos. «Hay un cambio de mentalidad. Antes tapábamos la realidad a los niños para que no fueran tan conscientes pero ahora les hacemos partícipes de la vida y la muerte. En casa se habla de la muerte con normalidad», decía Charo, su madre.

Pilar Ruiz a la entrada del cementerio.

Pilar Ruiz a la entrada del cementerio. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Entre todos los quehaceres del 1 de noviembre, entre todas las historias personales que pueblan el cementerio, destaca la de Paola. A sus siete años, es una asidua al cementerio «porque su padre la trae y se lo explica todo», argumentaba Belén, su madre. Paola es una auténtica experta en el cementerio, tanto es así que se ofrece a guiarnos hasta su sitio favorito. «Esta es la tumba de Pepa», dice al llegar al lugar indicado, y señala con la mano un nicho a ras de suelo. Tras la inscripción 'Hasta luego, Pepa' descansan los restos de una joven que murió en 1917 con apenas 16 años. «No sabemos quién es porque no tiene apellidos pero nosotros le traemos flores siempre», indica la pequeña. Su madre apostilla que «no parece que ya le queden familiares. Al padre de Paola le llamó la atención por la inscripción de la lápida y desde hace años, los dos le dejan flores». En el centro de flores de plástico que descansa en el nicho hay hoy dos claveles frescos de rojo.

La tumba de Pepa, lugar favorito de Paola.

La tumba de Pepa, lugar favorito de Paola. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Entre lluvia y música de Albéniz

José María Terrón, florista, se quejaba de que la actividad de una jornada como la de hoy se ha visto deslucida por las inclemencias meteorológicas. «He vendido casi la mitad que el año pasado», decía, pesaroso. Las flores más demandadas demuestran que los pacenses siguen tirando de clásicos: el clavel, la margarita, los gladiolos y las rosas. «Aprovecharé hasta el final del día, pero no es lo que tenía que haber sido».

También algo deslucido por el agua pero con total normalidad se desarrollaron los conciertos previstos en los cementerios, este año con piano incluido. «Hemos preparado cinco pases de 20 minutos cada uno con música fúnebre y algún tango de Albéniz. La respuesta del público está siendo muy buena, como siempre», explicaba Juan, uno de los músicos. Ellos tuvieron que resguardarse de la lluvia en una pequeña capilla.

Los músicos, resguardados en una capilla.

Los músicos, resguardados en una capilla. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

La actividad en los cementerios, aunque el día esté pasado por agua, no cesa. Las plazas de aparcamiento en la puerta de ambos son siempre insuficientes en el día de hoy, por lo que muchas personas han optado por llegar en autobús. «Vengo desde casa con el cubo, el trapo, los productos y el paraguas. Nos vamos a poner como sopas», decía Juani Cordero al bajar del transporte colectivo acompañada de su marido. Hasta mañana, 2 de noviembre, se podrá utilizar el servicio especial de autobús urbano al cementerio de Nuestra Señora de la Soledad, pudiendo coger autobuses urbanos al cementerio Nuevo de diez de la mañana a una de la tarde y de 15.30 a 18.30 horas.

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