Pequeño comercio

Cierra la papelería ‘Paule’ después de más de 60 años de servicio en Badajoz

Se jubila el dueño de la papelería 'Paule', José Luis Paule, una de las más veteranas de la ciudad

«Los tiempos han cambiado, antes la gente se peleaba por los locales en la calle Menacho, ahora está todo prácticamente vacío», manifiesta

José Luis Paule en su librería.

José Luis Paule en su librería. / Marta Lorenzo

Después de 60 años, la papelería ‘Paule’, situada en la Avenida Fernando Calzadilla, cierra sus puertas. Una de las razones, según su dueño José Luis Paule, es que «los tiempos para la pequeña empresa están siendo muy duros», además de que a sus 67 años quiere centrarse en sí mismo. «Ya no merece la pena», recalca.

Fueron los padres de Paule junto a sus hermanos quienes empezaron el negocio en Badajoz hace seis décadas. La ubicación actual de la tienda es de hace solo 30 años, pero el dueño lleva trabajando en la papelería desde que empezó su vida laboral. «Los tiempos han cambiado mucho, antes la gente se peleaba por los locales en la calle Menacho, ahora está todo prácticamente vacío», manifiesta Paule con cierta resignación. Esta familia llegó a poseer «siete papelerías» en la provincia de Badajoz. «Una en Villanueva, que la llevaba mi hermano Teo», cuenta. 

Uno de los motivos que el propietario de la papelería cree que ha acabado con el pequeño negocio es la pandemia que azotó el mundo en 2020. «Antes del Covid parecía que a la gente le daba miedo comprar por internet, ahora se han acostumbrado», expresa. «Hoy teniendo un teléfono puedes tener un negocio», añade Paule.

Además, la papelería es un punto de recogida de pedidos de Amazon entre otras empresas en línea. «Lo que me parece increíble es que lleguen los pedidos y cuando los abran saquen cuatro pilas», manifiesta. Productos que las personas antes podían obtener en los pequeños comercios, ahora los piden a través de la web. 

La competencia desmesurada que suponen las redes sociales y las tiendas online son el mayor enemigo de estas pequeñas empresas. «Antes abrías un negocio y te duraba toda la vida, ahora ves como se abre una tienda y a los tres días cierra», comenta. Las festividades más consumistas como la Navidad, San Valentín o Halloween provocan un efecto llamada que los nuevos negocios saben aprovechar. «Si tenemos una tarta y todos dan un bocado al final no queda tarta para los demás», es la forma que tiene de explicarlo Paule. 

Esto desemboca en la pérdida de clientes habituales. «Antes venían mucho de la universidad y trabajábamos también con la Caja de Ahorros», cuenta el dueño de la papelería admitiendo que hace mucho que esto no ocurre.

De otros pueblos

Lo que más le duele de jubilarse es que muchos de los amigos que ha hecho gracias a su tienda y que venían de otros pueblos «para comprar material para sus hijos» va a dejar de verlos. «Mi idea era seguir trabajando, pero llega un punto en el que no da suficiente dinero», comenta. Paule añade que «podría haber metido el negocio en internet», pero que ya le llegó «tarde». 

Muchos de sus clientes actuales son los hijos de sus antiguos clientes y le da pena perder ese contacto. «Yo he quedado muy contento con mis clientes y he sido muy feliz trabajando aquí», expresa el dueño de la papelería. 

Los hijos de Paule no han querido seguir con el negocio familiar porque ellos «han estudiado y ya tienen su trabajo». «Esto no da dinero y ellos tienen su vida», reitera.

Al dueño de la papelería no le ha «pesado nunca el trabajo» y le ha costado mucho tomar la decisión. De hecho, hace dos años se jubiló en activo. «Es que sacas más dinero alquilando el local que teniéndolo», expresa. 

Paule cree que los ayuntamientos deberían preocuparse por el cierre de estos pequeños negocios, pues también supone una pérdida para la ciudad. «Si cierra un negocio, deja de ingresar dinero, pero esto es a nivel mundial».