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El Ayuntamiento de Badajoz derribará el quiosco de La Pajarera tras su reciente okupación

Después de casi nueve años responde a las peticiones de los vecinos de la zona

Dos personas viven en estas instalaciones desde el pasado 25 de marzo 

Adriana Fernández desde la ventana por la que accedió a La Pajarera.

Adriana Fernández desde la ventana por la que accedió a La Pajarera. / Andrés Rodríguez

Jonás Herrera

Jonás Herrera

El Ayuntamiento de Badajoz tiene previsto derribar el quiosco conocido como La Pajarera por no cumplir con la normativa vigente para ser explotado tras casi nueve años de abandono.

Estas instalaciones de dominio público, situadas en la calle Regino de Miguel, en las traseras de la Delegación de Gobierno, llevan en desuso desde que Arturo Muñoz, último empresario que explotó el quiosco, las dejase en mayo de 2015. 

Pero el ayuntamiento ha tomado ahora la decisión después de que el pasado 25 de marzo Adriana Fernández y su pareja saltaran la ventana que permanecía abierta desde hacía un tiempo; ahora ambos residen allí.

Así, el pasado fin de semana varios vecinos denunciaron a la policía la okupación del espacio, varios agentes se personaron allí percatándose de la presencia de las dos personas que desestimaron la opción de abandonarlo. 

La historia detrás

Adriana Fernández tiene 43 años y es de origen venezolano. Hace cinco años llegó a España y estuvo trabajando en el sector de la limpieza durante más de tres años. En 2022 perdió el trabajo y su única fuente de ingresos es el cobro del subsidio por desempleo. 

Durante todo este tiempo ha vivido en un piso alquilado en la localidad de El Espinar (Segovia). Hubo un momento en el que no pudo seguir pagando la renta y el pasado 5 de marzo la desahuciaron y le retiraron la custodia de su hijo de cuatro años. 

Tras varias semanas en Madrid decidió venirse a Badajoz. Hace poco más de una semana vino a la ciudad con su pareja. Este tiene una discapacidad superior al 60% y prefiere preservar su identidad ya que su origen está en un municipio extremeño y no quieren que sepan de su situación actual. 

Cuando llegaron a Badajoz no recibieron ninguna ayuda y ante la desesperación decidieron entrar en el quiosco abandonado. 

Adriana Fernández aseguraba que las ventanas de estas instalaciones municipales estaban abiertas y decidieron refugiarse allí del mal tiempo registrado en los últimos días.  

Desde ese momento, han adecentado el quiosco y han tirado toda la suciedad que se había acumulado dentro durante años. «Hemos llenado un contenedor y medio de basura», aseguraba la pareja de Adriana mientras mostraba varias garrafas de agua que habían comprado para limpiar el interior de La Pajarera.  

Según aseguraba Adriana, han solicitado el empadronamiento en el quiosco, pero se lo han denegado. Su pareja denunciaba: «En Madrid puedes empadronarte hasta en un banco de un parque, aquí no». Su intención es continuar viviendo en este espacio municipal hasta que encuentren otra solución digna. 

En la mañana de ayer, dos trabajadoras del Instituto Municipal de Servicios Sociales de Badajoz ofrecían la ayuda que el Ayuntamiento de Badajoz presta ante este tipo de casos: alojamiento en el albergue de Cáritas en la calle Bravo Murillo, la alimentación en distintos comedores sociales de la ciudad y también han estudiado las posibles ayudas que pueda percibir esta pareja ante la situación de vulnerabilidad en la que viven, según informaba el ayuntamiento. 

Dos trabajadoras de los servicios sociales municipales hablan con los okupas

Dos trabajadoras de los servicios sociales municipales hablan con los okupas / Andrés Rodríguez

El centro de la calle Bravo Murillo está subvencionado por la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Badajoz y es gestionado por Cáritas. Tiene capacidad para 26 personas y su ocupación roza el 100% desde hace un tiempo

Según Víctor Martínez, el director del centro, «en muchas ocasiones hemos superado ese 100%». Los momentos de máxima ocupación suelen venir asociados a los momentos de más frío y durante los episodios de olas de calor, pero según Martínez, «de un tiempo para acá estamos moviéndonos entre el 95 y 97% de ocupación sin contar con la gente que le tenemos que decir que el centro está lleno». «A lo largo de lo que llevamos de año ya han pasado entre 50 y 70 personas únicas por las instalaciones de Cáritas en Bravo Murillo», cuenta Víctor Martínez.

Por su parte, los okupas han desestimado trasladarse al albergue: «Según nos han dicho está lleno y tenemos que esperar en la puerta a las 17.00 para ver si nos dan una cama o no, si nos vamos de aquí los dos a la vez nos quedamos en la calle». De igual forma, el compañero de Adriana aseguraba: «En mi situación médica no me puedo quedar solo aquí, no puedo moverme bien y mucho menos estar entrando y saliendo por la ventana». La pareja de Adriana sufrió hace varios años un accidente de tráfico que le provocó lesiones de por vida y lleva varias prótesis en su cuerpo como consecuencia del mismo incidente.

Hasta el momento, ya han recibido la visita de la policía para solicitar que abandonen el quiosco en más de cinco ocasiones. Ellos por el momento desestiman esta opción y piden a las administraciones y también a los vecinos de Badajoz «humanidad, que nos traten como personas».  

El ayuntamiento informaba ayer que desde la concejalía de patrimonio se va a iniciar un expediente de recuperación de oficio de este bien de dominio público, por tanto, a partir de ese momento, será la justicia quien decrete los pasos a seguir.

Vista del quiosco desde uno de los edificios adyacentes

Vista del quiosco desde uno de los edificios adyacentes / Andrés Rodríguez

Una petición de años

Los vecinos de la zona reclamaban desde hace años que este quiosco se derribara para evitar «suciedad y enfermedades». Los residentes de los bloques colindantes han solicitado al ayuntamiento, incluso por escrito, una solución ante el abandono del edificio de La Pajarera: «Nunca nos han hecho caso, yo también se lo he dicho hasta al alcalde», comentaba un vecino. Otro de los residentes de la zona denunciaba que están «acostumbrados a los orines y a las drogas desde hace muchos años». 

El quiosco, que comenzó a funcionar en los 70, se llenaba de clientes durante sus primeras décadas de actividad. La gran afluencia de público se veía influenciada, en parte, por el gran número de personas que pasaban a diario por una oficina muy próxima para renovarse el carné de identidad. 

Tras 45 años de explotación, en 2015 el ayuntamiento pidió a su propietario una reforma y adecuación importante en cuanto a accesibilidad y otros aspectos. Arturo, en aquel momento regente del negocio, desestimó la opción y finalizó su vida laboral. 

Desde ese momento el consistorio ha intentado mantener con vida este particular negocio del centro de la ciudad y licitó la explotación de este quiosco en varias ocasiones, pero siempre se declaró desierta.  

Ahora el consistorio local toma, de este modo, las medidas que exigían los vecinos de la zona y también satisfacen la petición de los mismos de mantener la particular fuente de uno de sus laterales.

El ayuntamiento mantendrá la fuente adosada en uno de los laterales del quiosco

El ayuntamiento mantendrá la fuente adosada en uno de los laterales del quiosco / Andrés Rodríguez