«El técnico de emergencias no está valorado como debería»

• ¿De dónde nace su vocación?

Estudiando Ciencias del Deporte me surgió la posibilidad de trabajar como socorrista acuático en Cataluña. Ahí viví una serie de situaciones, entre ellas con pacientes graves, que me hicieron decantarme por estudiar la rama sanitaria. La vida me acabó llevando a la posibilidad de trabajar en un helicóptero sanitario y tuve la suerte de poder hacerlo aquí, en Don Benito.

• Siendo socorrista acuático, ¿cómo le llevó la vida al helicóptero?

Hice un curso en Gijón de formación en helicópteros con relación al rescate acuático, ya que me llamaba la atención. Pero fue prácticamente suerte. Salió la oferta, lo eché y me cogieron.

• ¿Cuál es su labor diaria como técnico de emergencia en un helicóptero?

Principalmente, trabajar junto al médico y al enfermero en la atención del paciente. La inmovilización y la motorización del herido, verle las constantes vitales, cómo moverlo de manera segura, por ejemplo, en un accidente de moto. También nos encargamos de ayudar al piloto en las labores de navegación. 

• ¿Recuerda su primer día volando en helicóptero? ¿Supo que quería dedicarse a ello por entonces?

Fue en Albacete en la formación de tripulante HEMS. Iba con miedo, no sabía si me iba a marear, pero fue una experiencia inolvidable. El primer aviso que tuve fue un infarto en Miajadas y mis compañeros me lo facilitaron mucho, fue una sensación espectacular que me hizo decantarme por esta profesión.

• ¿Son suficientes dos helicópteros sanitarios en Extremadura?

Somos una población con mucha superficie y poca densidad de población. Con respecto a número de intervenciones son suficientes dos helicópteros, pero a nivel de distancia estaría bien incluir uno más. 

• También es socorrista acuático. ¿Qué prefiere el agua o el aire?

El aire es mi trabajo y me encanta. Pero para mí siempre será el agua. Sin esa faceta no sería ni estaría donde estoy. 

• ¿Cómo es trabajar en el río Guadiana a comparación de en otros ríos?

Tiene sus complicaciones: corrientes, no existe visibilidad bajo el agua, en invierno es muy frío...etc. A comparación de otros ríos, el problema del Guadiana es que es grande y ancho y no tiene mucha profundidad. La cuestión es que tenemos una población muy grande que lo cruza y está muy expuesta al riesgo. 

• ¿Hay zonas menos peligrosas que otras en el río Guadiana?

Creo que siempre es peligroso. Nadie se debería bañar en el río, especialmente en los dos azudes: tanto el de las Crispitas como el del polideportivo de la Granadilla. La gente se atreve a asumir riesgos por desconocimiento, se lanzan en zonas donde piensa que no hay corriente y sí las hay. El río no está preparado para que nadie se bañe. Podemos buscar otras alternativas como Proserpina o Alange. 

• ¿Son suficientes los carteles que avisan a la población de no bañarse en el río?

Las señalizaciones se utilizan en todos los sitios. Obviamente nunca es suficiente. Se necesita más material, pero cuesta dinero y no hay medios. Lo ideal es que hubiera una persona para prohibirte el baño y si lo hicieses, pues sanción. Igualmente, esperemos que con lo que hay sea suficiente para que la gente le coja respeto al río. 

• ¿Cuál es la parte más complicada de su trabajo?

La psicológica. Ver como fallece una persona y cómo los familiares sufren la pérdida es dramático para nosotros. No hay un aviso que no se quede en nuestra retina y mente.

• ¿La figura del técnico de emergencia está valorada?

Surge en 2012, tiene poco tiempo. Todavía tiene que crecer. Es verdad que siempre que pensamos en sanidad pensamos en médicos y enfermeros. Y no lo es todo. Si no estamos nosotros el equipo médico no puede llegar al lugar de intervención, y nuestra labor no está valorada como debería. Espero que en el futuro mejore esa perspectiva.