Una fiesta de otra categoría en el Badajoz-Cacereño

El encuentro entre el Badajoz y el Cacereño recordó a otra época y, desde luego, a otra categoría. El ambiente en las horas previas nada tenía que ver con otros envites que se han disputado en la presente campaña en este estadio y sí que era parecía que era más propios de la categoría de bronce, ya fueran los de Segunda B de antaño o más recientemente los de Primera Federación. Y eso se podía ver tanto en el bando local, que tuvo la mejor entrada del curso, y también en la orilla visitante, con un club que ha vendido 853 entradas, superando las 800 de Huelva, siendo este el mayor desplazamiento que se recuerda con siete autobuses. A ellos hay que sumar otros aficionados desplazados en coches particulares tanto desde Cáceres, como de otros puntos del país.

Triunfo capital para el Badajoz en el derbi ante el Cacereño

Y es que la expectación se podía ver ya de camino al estadio. Llegar al Nuevo Vivero era más complicado que nunca este domingo debido al denso tráfico que había en las dos arterias principales que conectan con la Avenida CD Badajoz. En los aledaños se podía ver un ambiente que trascendía lo futbolístico. Las banderas de España, que han sido una prenda inseparable de las personas que han acudido a las manifestaciones políticas de este domingo, se vieron también en los prolegómenos del derbi, eso sí, con los escudos del Badajoz y el Cacereño presidiendo.

En los alrededores del estadio podía verse a un nutrido grupo de personas de uno y otro equipo, aún incluso en los instantes previos. La lluvia respetó a los aficionados del Badajoz que aguardaban en largas colas su turno para entrar el campo y a los del Cacereño que llegaron a escasos diez minutos del pitido inicial a bordo de los siete autocares fletados por las peña ‘Luis Fernández. Los de arriba del tó’, 'La Resistencia' y 'Puerta 13'.

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Pero además de los que apuraron más su hora para llegar, estaban los más madrugadores, que amenizaron la espera de este esperadísimo derbi en la fan zone o en los aparcamientos, donde también iban bien acompañados de comida y bebida.

Dentro del campo, intercambio de cánticos antes, durante y después de un choque que terminó con delirio pacense y resignación cacereña.

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