Efeméride del fallido ascenso del equipo

Tragedia futbolística en Badajoz: La noche que todo se rompió

Se cumplen tres años del ‘Viverazo’, la derrota más cruel del Badajoz frente al Amorebieta en su propio estadio que apartó a los blanquinegros del sueño del fútbol profesional que muchos ya daban por hecho

A partir de esa noche, se han derivado una sucesión de catástrofes que han llevado al club a la situación actual

Guzmán Casaseca llora desconsolado tras caer ante el Amorebieta en la noche del 22 al 23 de mayo de 2021.

Guzmán Casaseca llora desconsolado tras caer ante el Amorebieta en la noche del 22 al 23 de mayo de 2021. / Fedexfútbol

Luis Rollano

Cada detalle permanece aún nítido pese a haber transcurrido ya tres años. La mañana del 23 de mayo estuvo protagonizada por un gran silencio en Badajoz. En la capital pacense, las banderas blanquinegras aún presidían ventanas y ondeaban en improvisados mástiles en las que fueron colocadas para una ocasión única. Una ciudad entera se despertó deseando con todas sus fuerzas que lo ocurrido la noche anterior fuera un mal sueño. Una pesadilla de la que te acuerdas durante varios días y la comentas con amistades, pero que se queda en eso. En una materia tan onírica como agridulce. El cuento de hadas se había convertido en tragedia de una forma tan inesperada como cruel. Al Badajoz se le escapó su gran oportunidad cuando ya la estaba palpando en la palma de su mano y acariciándolo suavemente con sus dedos. El Amorebieta le arrancó el corazón al cuadro blanquinegro en su propia casa. Una derrota para la que nadie. Absolutamente nadie estaba preparado.

Y es que la ilusión estaba desbordada. No cabía más en unos cuerpos cansados que habían dormido poco y mal sobre el cemento que rodea al estadio. Horas y horas. Noches y noches de colas para ver el partido en el que el mejor equipo de la división de bronce anhelaba abrazar el ascenso. Incluso el empate le valía a aquel equipo fabricado para hacer historia. Pero de repente, el actor más inesperado firmó un giro dramático en el que sólo aquel puñado de vascos creía. Llegó la medianoche. Y con ella, el pitido final que ponía rúbrica al desastre: el Badajoz había perdido. Sí, justo el día que menos debía hacerlo.

Consecuencias

Esa noche todo se rompió. Después vino un 'Kintsugi' que no dio el resultado esperado. Un presidente en la cárcel, una entidad sumida en la crisis económica e inestabilidad institucional, baile de propietarios con un apellido maldito –Oliver– de por medio. Un concurso de acreedores que ponía encima de la cabeza del club una condena en forma de cuenta atrás para su supervivencia. Un doble descenso para un equipo que sigue escarbando a pesar de haber tomado la costumbre de tocar fondo. Un sinfín de desgracias que resquebrajan los cimientos de una entidad genuina de la ciudad pacense que comenzó esa noche que todo el mundo quiere dejar de recordar, pero que al mismo tiempo nadie consigue olvidar.