Aniversario en el clero de la ciudad

Don Juan Cascos, 50 años de cura en Mérida

El párroco de la basílica de Santa Eulalia cumplió el pasado domingo cinco décadas desde su ordenación como sacerdote y lo celebró en el transcurso de una Eucaristía solemne y emotiva, en la que estuvo acompañado por compañeros de la Diócesis de Mérida-Badajoz y numerosos feligreses

Don Juan Cascos, el pasado domingo, durante la Eucaristía en Santa Eulalia.

Don Juan Cascos, el pasado domingo, durante la Eucaristía en Santa Eulalia. / Basílica de Santa Eulalia

Don Juan Cascos no ha dudado nunca de su vocación de servicio a Dios y a los demás, desde que el 9 de junio del año 1974 se ordenase sacerdote. El párroco titular de la basílica de Santa Eulalia, natural de Campanario, cumplió el pasado domingo 50 años de sacerdocio y lo celebró, junto a otros compañeros de la Diócesis de Mérida-Badajoz, con una celebración eucarística muy emotiva que estuvo amenizada musicalmente por el coro del templo ‘Manuel Domínguez’. 

«Siempre he vivido ilusionado con mi sacerdocio, no he tenido problemas de identidad sacerdotal, de pensar si sería o no mi camino. Siempre lo he tenido claro y por eso doy gracias a Dios. Tengo la misma ilusión que el primer día, pero ya con la experiencia de 50 años», confiesa. Para don Juan, el domingo fue un día inolvidable, ya que pudo festejar junto a los suyos este aniversario tan especial: «La celebración fue muy solemne, la iglesia estaba a rebosar». 

El religioso relata que el encargado de predicar la homilía fue don Miguel Ponce, el mismo sacerdote que la predicase cuando él se ordenó. «Vinieron unos 10 o 12 compañeros a concelebrar y eso que era domingo y no pudieron venir todos, aunque en la comida que disfrutamos posteriormente se unieron algunos más», apunta. Y es que muy pocos quisieron perderse esta jornada, pues medio siglo de sacerdocio bien lo merecía.

Don Juan ha ejercido toda su vida sacerdotal en Mérida. Durante los primeros 14 años estuvo en la parroquia del Calvario como coadjutor de don Guillermo Soto. Desde allí lo trasladaron a la iglesia parroquial de San Juan y María Auxiliadora, donde permaneció 28 años, hasta que en 2016 llegó a la basílica de Santa Eulalia, en sustitución, por Jubilación, de don Antonio Bellido. Aparte, dio clases 25 años en el Instituto Santa Eulalia, desde donde se afanó en inculcar el amor a Dios y los valores cristianos entre los alumnos. 

«Estoy muy contento de ejercer en Santa Eulalia porque es una parroquia con una entidad extraordinaria. Siempre tienes que estar porque todos los días hay algo, ya que la gente también quiere casarse y celebrar los funerales, pero aunque sea muy movida merece la pena», indica. Además, estamos en pleno año jubilar eulaliense y se nota en el aumento de las visitas: «Están viniendo personas de toda España». Por ello, lo que ya está deseando es que finalicen las obras del atrio de la plaza, pues lamenta que se estén demorando.

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