Opinión | La atalaya
Afinando (XXVIII)
Uno de los aspectos más interesantes de los recintos conservados del citado período es, precisamente, el referido a la logística del agua
Merece la pena detenerse unas líneas para analizar uno de los aspectos más importantes de las defensas medievales: la aguada. O, lo que es lo mismo, asegurar el abastecimiento hídrico de las tropas que defendían las fortificaciones y de la población. Junto a las mejoras poliorcéticas almohades a que me he referido en columnas anteriores ha de citarse una amplia ejecución de nuevas instalaciones hidráulicas. Se asistió a un engrandecimiento de los recintos y, simultáneamente, de los depósitos para almacenar agua. Y a la erección de otras infraestructuras dedicadas a captar el líquido elemento.
Uno de los aspectos más interesantes de los recintos conservados del citado período es, precisamente, el referido a la logística del agua. Si digo todos, no me equivoco mucho. Lo cierto es que la mayor parte de las plazas importantes del extremo noroccidental y central del inmenso imperio magrebí agrandaron sus depósitos, construyeron nuevos órganos de captación y, en algún caso, como parece haber ocurrido en Batalyaws, ambas cosas a la vez. Aquí se edificó una coracha -no dos como insistentemente, también yo, se ha afirmado- y, con bastante certeza, se amplió un primitivo aljibe anterior situado donde, mucho después, se excavó, destruyendo los anteriores, la conocida como Casa de las Aguas, en el mismo centro de la Alcazaba. Un cronista árabe, Ibn Sahib al-Sala, describió la coracha como pozo. Nada ha corroborado la arqueología, de momento. Era, en realidad, un largo lienzo, entre el flanco norte y el río, desde donde podía alcanzarse el cauce, al abrigo del muro, a mano o ayudándose con una polea o con un torno. Todavía puede verse la escalera por donde se penetraba desde allí al recinto. Tenía mamperlanes -maderas en el borde de los peldaños-; de ellos deducimos el transporte de cántaros llenos, para diversos usos. Debía ser agua no potable, al menos de modo general, por mor de las leyes dietéticas del islam. Nuestra región posee muchos monumentos importantes de esta clase y solo luce algunos. En Mérida, en Cáceres -absurdo defender que el de la Casa de las Veletas es una mezquita- y otro, enorme, en el casco urbano de Trujillo. Se deben casi todos a los ingenieros almohades.
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