Opinión | La atalaya

Afinando (XXX)

Durante mucho tiempo los especialistas en fortificaciones -y, como extensión, los aficionados a los Exin Castillos, que son muchos- han tenido por cierta la preferencia de los almohades por las fortificaciones de tapia -no de tapial; un conjunto de tapiales forman una tapia-, pero, después de muy sesudas reflexiones, hoy sabemos que eso no es así. O, al menos, no lo es de un modo tan dogmático. Hay mucha más variedad de técnicas constructivas de lo imaginado. Hubo recintos de tapia levantados antes y los propios unitarios construyeron también en buena sillería -Rabat- o en mampostería -Trujillo-. De todos modos no puede negarse su preferencia por el método constructivo descrito, aquí y en el Magrib, y de modo muy especial cuando por razones en cada caso distintas y, por supuesto, azarosas, los recintos se erigían, reparaban o ampliaban durante una de esas grandes campañas conducidas por los califas -o sus lugartenientes-. Entonces jugaba un papel muy importante la tradición arquitectónica cortesana -no digo oficial-. Y, viniendo los arquitectos de Marraqués, la capital del imperio, el resultado eran estructuras de tapia. Con todo, la abundancia o carencia de un cierto material de obra en un lugar dado era un condicionante no desdeñable a la hora de emprender un proyecto.

El caso de Batalyaws es de libro. La tapia reinó aquí en las murallas desde los orígenes -siglo IX-. La piedra -en mampostería o sillería- solo se usó en casos muy concretos. Casi puede hablarse de acabados ornamentales. En el siglo XI, con los aftasíes, se edificó en mampostería -no en sillería como tradujo el arabista Evariste Lévi-Provençal- y los bloques de granito suelen decorar las fachadas de las puertas -del Capitel, del Alpendiz, de la Coracha, la primitiva de los Carros-. Y el material base siempre procede de obras, en general romanas, cercanas a la ciudad. En la primera de las puertas aludidas cada pieza de granito tiene una procedencia; puede notarse por la textura de la propia piedra. Es una historia, la de la forma de construir, verdaderamente digna de examinarse con detalle, porque ayuda a dar fechas más exactas, a veces, que las ofrecidas por los textos, no siempre bien interpretados.