Opinión | Disidencias

Transición

La oportunidad ha querido que, en tiempos de zozobra política y cancelación cultural, poniendo en peligro los mismos pilares de la democracia, uno de nuestros intelectuales más avezados y mejor informados de los últimos cincuenta años, el académico Feliciano Correa, alumbre, con su habitual profusión de nombres, datos, archivos y recuerdos, un libro necesario para entender de dónde venimos, lo que costó construir todo el entramado democrático que nos sostiene y prevenirnos frente a quienes desean dinamitarlo. Editado por la Fundación CB, ‘La transición política. Antecedentes históricos y conflictos en Extremadura’, profundiza, dada la escasez de obras con cierto rigor intelectual y apartidista, sobre lo ocurrido en aquellos años cuando, tras la muerte de Franco, hubo de articularse un nuevo régimen donde cupieran todos y la convivencia fuera posible. Tras una monumental y precisa introducción, donde contextualiza lo ocurrido con Franco, su muerte y las «maniobras» para la conciliación, con una abrumadora selección de personas, fechas, sucedidos y anécdotas, destacando del papel de la clase media, la revelación y análisis de los interesantísimos archivos de Enrique de Aguinaga, los dos socialismos, los «azules», la destrucción de documentos y la figura de Enrique Sánchez de León como el político que pudo haber liderado un proyecto para Extremadura, centrado, regionalista y vertebrador-, Feliciano Correa continúa desentrañando la transición española y extremeña con un repaso a las aportaciones literarias, breves, por cierto, que, sobre el tema, realizarán políticos de izquierdas y derechas (más los primeros que los segundos) y siendo su quirúrgica interpretación de dichos textos lo que nos lleva a una radiografía de cuanto sucedió en la Extremadura política de aquellos años convulsos. Echará de menos a políticos centristas y de pluma avezada que bien podrían haber aportado aún mayor claridad a esos tiempos que Correa disecciona con su habitual capacidad y abundancia de matices. Como ya se ha indicado, la figura de Enrique Sánchez de León, tan activo durante la transición, espectador avisado y prudente, pero rápidamente retirado hacia su labor profesional, sobrevuela todo el libro y, de hecho, en la última parte, jugosa, muy personal y radicalmente cercana al personaje que comienza a apuntar sus ideas liberales y modernistas, el autor desmenuza diversas conferencias y otros textos del político que fue ministro para finalizar con una interesante biografía. Un minucioso discurrir por una etapa convulsa en la que sobresalieron personas con deseos de cambiar España y Extremadura y que nos muestra que se jugaron tanto, que les fue tan complicada la reconciliación que cualquier atisbo de ruptura, cualquier duda sobre aquel titánico esfuerzo conjunto, cualquier intento de retocar todo aquello puede suponer el suicidio de la historia y de nuestro futuro como sociedad. Feliciano Correa, tan prolífico y atinado como siempre, relata los acontecimientos con su visión de analista y espectador, un aviso, asimismo, de los enormes peligros que siempre aguardan por los caminos de la democracia.