Opinión | A la intemperie

Cierra Galatea

Olía a libros y a madera, crujía como si fuera el holandés errante…

Galatea.

Galatea.

Cierra Galatea. Galatea es una librería. De viejo. Y de antiguo, que, dicho así, tiene cierto eco a tronío. Libros, sin más, que en diciendo libros queda todo dicho. Libros indultados. Libros en desbandada en palabras de Virginia Woolf. Libros que cuando pasas por la calle Libreros te miran con los ojos de otros. O te miraban, porque Galatea cierra.

La calle Libreros es mi calle. Una de mis calles. Me gusta tener en cada ciudad un bar. Y una calle. Te ubican. Te reconocen y los reconoces. Evitan que te pierdas. Que olvides. La calle Libreros va de mi facultad, la antigua de San Isidro, a la casa del rector. Y más, pero este pedacito es el que más me aprieta. Estudié Derecho en San Isidro, que antes fue iglesia, cine y hasta imprenta. Allí tuvo su acomodo el Círculo Tradicionalista y de allí salía El Salmantino, periódico que fue. San Isidro, al pie de Conchas y Compañía. Mi juventud. Mis compañeros. Mis profesores. Mis libros… Ellos, a los que canto mi canción porque conmigo van.