Opinión | La atalaya

Doña Matilde (VIII)

El entramado administrativo ligado a la Corona pasó al Estado

A la vez que Jesús Domínguez-Sánchez Bordona alcanzaba la dirección de la Biblioteca de Palacio, y Matilde López la secretaría, el Archivo, que era a la vez el de todo el Patrimonio de la República -llamado hoy Patrimonio Nacional- pasaba a ser dirigido por otro personaje destinado a alcanzar notoriedad intelectual -más en México que en España-: el malagueño José Moreno Villa. De familia conservadora, pero relacionado con la Residencia de Estudiantes, la Institución Libre de Enseñanza y el Centro de Estudios Históricos. El baile de nombramientos relacionados con la institución fue perfectamente lógico y comprensible. Es sabido -no está de más recordarlo- que el 14 de abril de 1931 se proclamó pacíficamente la Segunda República y todo el entramado administrativo ligado a la Corona pasó a depender efectivamente del Estado.

Todos los servicios relacionados, que formaban un mundillo con numerosas y propias escalas administrativas, quedó obsoleto en gran parte. Y la nueva administración republicana se vio en la necesidad de dar de baja a una gran parte de esa plantilla, estudiando qué plazas seguían siendo necesarias para mantener intacto todo aquel patrimonio y de cuáles se podía prescindir. Eso explica por qué en los expedientes de depuración incoados a partir de 1939 a todos los funcionarios y profesionales de la nueva administración franquista, a resultas de la victoria de los sublevados, la mayoría de los empleados del organismo aparecen suspendidos de sus funciones durante algún tiempo -muy pocas semanas-. Es decir, se los mantuvo sin empleo ni sueldo en el desempeño de sus obligaciones anteriores. La mayoría fueron readmitidos después con las mismas o parecidas obligaciones laborables y otras denominaciones. Eso viene a explicar la actitud de bastantes de ellos, que se sentían perjudicados por el nuevo régimen. No fue el caso de los técnicos de la Biblioteca y  del Archivo -departamentos diferenciados dentro del palacio-, recién llegados a sus plazas y, en apariencia, siendo partidarios de la nueva formulación republicana. Fueron años de muy fecunda labor organizadora e investigadora y doña Matilde no fue ajena a ese florecer.

*Fernando Valdés es arqueólogo