18 años de La Crónica de Badajoz | María Teresa Rodríguez Directora del Museo de Bellas Artes de Badajoz

«Trabajamos para que la divulgación del MUBA sea mayor con las redes sociales»

María Teresa Rodríguez posa ante la última adquisición del MUBA.

María Teresa Rodríguez posa ante la última adquisición del MUBA. / SANTI GARCIA

Jonás Herrera

Jonás Herrera

María Teresa Rodríguez Rodríguez (Almería, 1973) se mudó a Mérida con siete años y desde entonces no ha salido de Extremadura, de donde ella se considera. Desde muy joven sintió la necesidad de ligar su vida a los museos. Estudió Filosofía y Letras en la Facultad de Cáceres, especializándose en Arte. Su primer contacto laboral fue en el Museo Nacional de Arte Romano, con unas prácticas, donde posteriormente fue guía. En 2003 se convirtió en conservadora del Museo de Bellas Artes (MUBA). Desde 2014 lo dirige.

Conservadora y directora del Museo de Bellas Artes, mujer de artes y de museos, ¿cómo es María Teresa Rodríguez?

Comunicativa, me adapto a todas las situaciones y profesionalmente procuro dar todo de mí.

¿Cuándo sintió por primera vez la atracción por un museo?

Desde los 13-14 años me gustaba la historia y la arqueología. Soy de Mérida y desde muy chica era miembro de la asociación Amigos del Museo. En el instituto había una asignatura de historia de Mérida. Y fui la primera que hizo uso del acuerdo de colaboración entre la Uex y el Museo de Arte Romano para hacer prácticas allí. Después obtuve becas del Ministerio de Educación para formarme otros tres años más allí. 

Actualmente está a la cabeza de una institución que han dirigido nombres como Adelardo Covarsí o Francisco Pedraja, entre otros, ¿qué supone para usted?

Es una responsabilidad formar parte de esa lista de directores y dejar el listón alto, subiendo cada vez más el nivel y que la calidad sea cada vez mejor. Es lo que nos pide un ciudadano cada vez más formado, que exige a los museos actividades cada vez más específicas y en más ámbitos diferentes.

¿Cuál ha sido el reto más grande que ha tenido que afrontar al mando del MUBA?

Crear el nuevo discurso expositivo tras la ampliación, decidir dónde colocar cada obras y por qué. Fue un trabajo complicado, intenso y coordinado entre muchas personas a la vez. Había que plasmarlo muy bien en el plan de trabajo y que todos supieran qué hacer. Era un trabajo con repercusión a largo plazo que requería una planificación y objetivos claros.

Es usted una mujer de la casa, del MUBA, porque profesionalmente su madurez la alcanzó en este espacio.

Soy doctora en Historia del Arte, aunque estuviera en un museo de arqueología, conocía el museo de primera mano, lógicamente cuando trabajas en el centro y dedicas mucho más tiempo específico a cada uno de los artistas profundizas mucho más. Además, con la dirección de Román Fernández, las exposiciones monográficas donde se dedicaba cada una a un artista ha hecho que el conocimiento que tenemos de muchos de los autores sea mucho mayor. Ahora llevo más de 20 años aquí, tengo mucha más seguridad, esta es mi casa, la conozco muy bien, sus virtudes, sus defectos y su potencial, que es mucho.

De todos los cuadros que atesora entre las paredes de este museo, ¿cuál es el que más le representa?

Son muchos, es complicado elegir uno… Hay veces que te gusta uno más y otras otro. Ahora si tuviera que quedarme con una obra sería una de las últimas adquisiciones que hicimos. Llegó el año pasado y es un cuadro de la Virgen de Guadalupe de escuela novohispana, mexicana, atribuida a José de Ibarra, obra de mediados de siglo XVIII, que viene a enriquecer esa parte de colección del MUBA con lectura americana. Potencia esa parte de la historia que tenemos en común Extremadura y América. Esta es una línea de investigación en la que trabajamos desde los últimos tiempos con libros y obras como esta.

¿Cuáles son las próximas obras en las que se trabaja para adquirir?

Hay otra pieza que se adquirió en 2023 y que aún no se ha presentado que está restaurándose. Es una obra de Timoteo Pérez Rubio, pero no puedo decirte nada más. También adquirimos en 2023 otra pieza de Antonio Juez que se presentará dentro de la programación de Los Palomos este año. Y para este año hay varias líneas de adquisición de obras de artistas contemporáneos. Otro escenario en el que nos movemos es analizando lo que pueda aparecer en el mercado de las subastas y galerías. En este mercado hay veces que el proceso de adquisición puede durar tres años y medio (como ha ocurrido con la Virgen de Guadalupe). También puede pasar que la compra se frustre, nos ocurrió con un cuadro que íbamos a comprar, llegó el Museo del Prado y se lo quedó. No hubo opción de conseguirlo.

Casi 22 años después de incorporarse al museo, conocerá todos sus secretos… ¿o sigue sorprendiéndose con algunos detalles?

Las funciones propias de un director hacen que la atención tenga que dividirse. Ahora tengo menos tiempo de profundizar en la historia de los cuadros. Tienes tareas administrativas y organizativas que te limitan el tiempo de estar en contacto con las obras. Así que cuando vas a sala disfrutas, porque vuelves a estar cerca de las piezas, o en el almacén, o indagas en el inventario…

¿Cómo ha cambiado el mundo de la cultura local en estos 22 años que lleva trabajando en Badajoz?

Sobre todo ves la evolución en las personas que comparten la idea de que el Museo de Bellas Artes es una herramienta perfecta para la educación. Hay muchos profesores y maestros que nos proponen hacer actividades concretas y eso es muy interesante, que se produzca esa reciprocidad. Nosotros buscamos ofertar cosas diferentes indagando en distintos caminos. Estamos trabajando para que la divulgación del MUBA sea mayor con la incorporación de las redes sociales. El mundo cultural pacense ha evolucionado mucho gracias a la Diputación de Badajoz, mediante el MUBA, los conservatorios, el centro de estudios extremeños y El Hospital Centro Vivo, que es el eje de las actividades culturales de nuestra ciudad.

¿Podría desvelarnos algunos de los próximos grandes retos que tiene por delante?

Poder seguir presentando productos culturales, ya sean exposiciones, actividades, conciertos, conferencias, que sean de gran calidad e interés para el público. Y, por supuesto, que podamos pronto tener reformado el último edificio, el más antiguo del complejo arquitectónico del MUBA y así completar ese círculo, que seguro tendrá que seguir ampliándose.

EL TEST PACENSE

Lugar preferido de Badajoz: El MUBA, lo siento como mi casa.

Si Badajoz fuera un color... El arcoíris, porque es una ciudad diversa.

Dónde desayunar en Badajoz: La Casona Alta.

Un sabor que sea característico de la ciudad: Los bollos de La Cubana.

Un olor que le evoque siempre a Badajoz: Las flores del limonero de mi jardín.

Un sonido particular de la ciudad: El contrabajo en el jazz que tanto hay en Badajoz.

Un recuerdo imborrable en las calles pacenses: El recuerdo del nacimiento de mi segundo hijo en 2006.