Cultura

El tesoro que esconde la Catedral de Badajoz

Esta pieza fabricada en tiempos de Isabel II es una joya que toda España deseó en algún momento

Catedral de Badajoz

Catedral de Badajoz / S. GARCIA

Irene Rangel

Irene Rangel

Hubo un tiempo en el que todos la deseaban. No existía catedral, templo o institución en todo el país que no la reclamara para sí mismo, sin éxito alguno. Una joya que lucía en uno de los recintos más importantes de España y que despertaba el deseo de aquellos que la contemplaban.

Hablamos de la lámpara que hoy cuelga de la Catedral Metropolitana de Badajoz, una majestuosa pieza fabricada en tiempos de Isabel II. Pasó de estar en el Congreso de los Diputados a alumbrar a los feligreses pacenses pero, ¿cómo ocurrió esto?

La historia comienza entre los años 1865 y 1870, cuando se encargó la pieza para el Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados. Se fabricó en bronce dorado en unos talleres madrileños y costó 18.854 reales, lo que era un auténtico dispendio en la época.

Tiene 109 brazos para sujetar las velas que darían luz a la estancia. Con casi siete metros de alto y cuatro de ancho, la imponente lámpara tiene un peso de 3,5 toneladas. Este hecho marcó el devenir de la misma. A pesar de que era un encargo que pretendía otorgar majestuosidad a la Cámara Baja, sus dimensiones y tonelaje se convirtieron en un inconveniente ya que se temía que pudiera hacer ceder la bóveda sobre la que se colgó. Hay publicaciones de la época en las que puede leerse sobre la imponente lámpara, si bien poco después de su estreno fue desmontada, embalada en diferentes cajas y guardada en los sótanos del Congreso.

La lámpara colgando en la bóveda de la catedral de Badajoz.

La lámpara colgando en la bóveda de la catedral de Badajoz. / Arzobispado Mérida-Badajoz

Un viaje de ida

Según el expediente correspondiente de la época, desde ese momento se registraron diferentes solicitudes firmadas por diputados de todo el país para solicitar su cesión. Así, se interesaron por ella el Arzobispado de Toledo, la Catedral de Granada, el Arzobispado y Cabildo de la Santa Iglesia Metropolitana de Zaragoza y hasta la catedral de Santiago de Compostela.

En el año 1879, la ya famosa lámpara inició un viaje de 400 kilómetros que, por ahora, ha resultado ser solamente con billete de ida. La Catedral de San Juan Bautista de Badajoz era el destino, y el artífice fue Adelardo López de Ayala, pacense y presidente del Congreso de los Diputados en aquellos tiempos -previa petición de los diputados José Reina Frías y José Garrido Estrada-. El acuerdo se firmó el 14 de julio de 1878, cuando la pieza llevaba ya dieciséis años en un sótano. Como curiosidad merece la pena recalcar que un año después de la llegada de la lámpara, Badajoz cambió el nombre de su céntrica plaza de Las Descalzas por el de plaza López de Ayala, nomenclatura que mantiene hoy en día.

El traslado, como era previsible, no fue sencillo. Debido a sus dimensiones hubo que hacerlo con las piezas repartidas en 20 paquetes distintos, con su consiguiente coste.

Refuerzos en la catedral

Al llegar a Badajoz, el problema era el mismo: había cierto temor a que la bóveda no resistiera el peso de la lámpara. Así, toda la nave central del templo fue reforzada, instalando una gran viga de hierro en la cubierta y colgando la pieza de unos cables de alambre. Se dice que la viga costó alrededor de 7.000 reales y está cubierta a su vez por un habitáculo que la oculta para que pase desapercibida.

Los documentos afirman que se terminó de instalar el 20 de noviembre de 1879 pero fue el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, cuando se inauguró. El último cambio vivido por esta joya artesana se produjo en 1907, cuando se sustituyeron las velas por bombillas para facilitar su encendido.

Desde entonces, pacenses y visitantes pueden admirar la magnitud y majestuosidad de esta lámpara que alumbra la catedral, que es testigo del paso del tiempo colgando sobre nuestras cabezas y que une Badajoz con el Congreso de los Diputados.