Análisis

El sociólogo Domingo Barbolla advierte que la situación política actual está generando una "fractura social" difícil de recuperar

El profesor de la UEx, sobre Pedro Sánchez: "Él como nadie sabe jugar a estas cosas sin tiempo. Hoy dice voy a parar, mañana le digo al rey que sí, luego que no, que ya veremos y deja a todos en esa incertidumbre en la que, haga lo que haga, no pasa nada porque mañana es otro día"

Domingo Barbolla, sociólogo y profesor de la Universidad de Extremadura.

Domingo Barbolla, sociólogo y profesor de la Universidad de Extremadura. / EP

«Estamos en el tiempo de la no verdad. Ya lo dijo Heráclito en el siglo V o VI antes de Cristo; lo que significa que ahora estamos en este tiempo que corre de una manera galopante que nos permite decir algo que no permanece en el tiempo, ni tan si quiera tiene importancia en las hemerotecas, cuando en los medios de comunicación recuerdan las distintas frases, no pasa nada, se hace, se cambia». Así resume el sociólogo Domingo Barbolla lo que ha ocurrido estos últimos días en la política del país. Así explica la razón que ha llevado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a tomar la decisión de seguir al frente del Ejecutivo pese a haber anunciado hace cinco días la posibilidad de dimitir por el acoso a su mujer y a su familia.

«Antes la verdad tenía un componente de alargar el tiempo, es decir, de darnos la seguridad de fijeza, de que nada va a cambiar. Pero Heráclito tenía razón, estamos en un tiempo en el que todo cambia, hemos perdido ese conato de apartar la temporalidad de nosotros. Antes se decía algo y se mantenía. En mi pueblo (es de Burgos) se daba la mano a alguien y lo que se decía permanecía en el tiempo, a pesar de las circunstancias, y eso era interesante porque daba seguridad a las personas, evitaba la confrontación. En cambio ahora estamos en esta cultura del olvido rápido porque el tiempo nos va comiendo a todos y, por lo tanto, no hay una posibilidad de verdad», agrega el especialista.

«Se ha apartado de la razón»

En este contexto, dice, es en el que hay que analizar a Pedro Sánchez: «Él como nadie sabe jugar a estas cosas sin tiempo. Hoy dice voy a parar, mañana le digo al rey que sí, luego que no, que ya veremos y deja a todos en esa incertidumbre en la que, haga lo que haga, no pasa nada porque mañana es otro día. Eso nos genera una pérdida de racionalidad. En términos aristotélicos diría que se ha apartado de la razón humana que permite controlar la verdad y, por lo tanto, el tiempo. Y Sánchez es genial en esto», subraya el sociólogo.

A este control de la verdad Barbolla añade otro elemento: los sentimientos, con los que, según su análisis, también juega Pedro Sánchez cuando en la carta que dirigió a la ciudadanía hizo referencia al amor que siente por su mujer: «Intenta trasladar esto al mundo afectivo porque ya ha conquistado el mundo de la verdad, la verdad no existe. Entonces, como esa verdad ya no existe, juega a una política sin normas porque la norma es la que te da la temporalidad, la fijeza».

Este juego de la verdad, de política sin normas y de sentimientos es lo que ha llevado a Sánchez, según este sociólogo, a cambiar de opinión: «Durante cinco días ha dimitido, pero ha cambiado sin despeinarse porque sabe que no pasa nada, descoloca a todo el mundo porque en la acción política como en la acción de la vida estamos más acostumbrados a fijezas anteriores», sostiene.

Y para llegar hasta aquí ha contado con el sanchismo, pues «no hubiera sido posible que un solo sujeto hubiera entrado en esta dinámica rompiendo las normas culturales básicas y de la acción política si no hubiera este caldo de cultivo», argulle Barbolla.

Sociedad enfangada

Todo esto está generando una sociedad enfangada, una fractura social que será difícil recomponer. «Lo que han hecho ha sido trasladar a la dicotomía de estás conmigo o contra mí, todo este juego de separación de los seres humanos recuerda a las dos Españas que ya no existen ahora mismo». Algo que, a juicio de este sociólogo, no tendría importancia si no existireran las desigualdades sociales: «No pasaría nada si no hubiera una estructura profunda de desigualdad en España. Como recojan el guante de sentirse indignados de verdad, de tener algo por lo que luchar, nos vamos a encontrar con violencia en las calles. Juegan con fuego», advierte.

Y lo peor, no cree que esto tenga un final, a juzgar por la sociedad actual, cada vez más desarraigada: «La sociedad cada vez generamos menos lazos familiares. El ser humano necesita seguridad que se da a través de la tribu y de la familia. La tribu no está y la familia está desapareciendo, lo que nos queda es el estad que es capaz de pedir lo que quiera, de manipular las estructuras mentales».