Entrevista

Antonio Maíllo: "Ya la etapa de los hiperliderazgos ha desaparecido"

El ex parlamentario andaluz regresa a la primera línea como candidato a coordinador general de IU con un discurso que rechaza "las decisiones unipersonales y verticales"

"Se podían haber hecho las cosas mejor en Sumar", reconoce

Antonio Maíllo, candidato a Coordinador General de Izquierda Unida.

Antonio Maíllo, candidato a Coordinador General de Izquierda Unida. / JORGE JIMÉNEZ

Patricia Godino

La entrevista con Antonio Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966) se realiza apenas unas horas antes de que Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia del Gobierno de España, presente en Sevilla su candidatura como coordinadora general de Izquierda Unida. Como es habitual en esta izquierda desde que el tiempo es tiempo, comparten con el común sus diatribas internas. Siempre cíclicas, unas veces más insalvables que otras.

En una comparecencia ante la prensa, el número dos de esta lista, Antonio Rodrigo Torrijos, ex teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevila, ha sido el encargado de calentar las vísperas de la votación en asamblea de la militancia de Izquierda, dejando poco margen a las dudas: [con Maíllo] Se creó, ha dicho, una política de "subalternidad" con Podemos y Adelante Andalucía, "desapareciendo del mapa político".

Horas previas a las declaraciones, Maíllo, que fue en su tiempo uno de los mejores oradores del Parlamento de Andalucía, se afana en explicar su proyecto, que pasa por la confluencia con otras formaciones de izquierda pero con el protagonismo que se ha usurpado, según se lee de sus palabras, a IU en los últimos años, desde la aparición de esa nueva política al calor del 15M.

No quiere moquetas, eso dice. Quiere carretera y manta. Está de vuelta y le va la marcha. Lector voraz tiene entre manos España. El pacto y la furia, de Enric Juliana, En los orígenes del conflicto andaluz, de Carlos Arenas, y Abril es un país, el retrato del 50 aniversario de la revolución de los claveles de Portugal que firma Tereixa Constenla.

Cinco años de retiro. ¿Qué ha aprendido?

A respirar. Han sido cinco años de mucha reflexión, de aterrizaje personal y de mucho aprendizaje de mi alumnado en los marcos en los que ellos se mueven, lo cual permite relativizar los debates tan a lo susto o muerte que hay en política.

¿Qué saben ellos de política? ¿De qué hablan? 

Más que de política, ellos saben mucho de feminismo, de igualdad, de diversidad sexual. Demuestran ser muy tolerantes. Y aunque no sean conscientes de que eso es producto de unas medidas políticas, de modelos de sociedad, las tienen totalmente interiorizadas. Me llama la atención positivamente el empoderamiento de las chicas en los institutos. 

¿Cómo fue el momento en el que se plantea: ahora sí, me toca volver? 

Ha sido un momento sobrevenido porque no era lo que estaba planificado. Me llamaron y me convencieron para que intentara construir un acuerdo amplio político en Izquierda Unida para la Asamblea, desde la convicción de que se podía conseguir. El dar el salto a presentarme con una lista para dirigir la organización es producto la ausencia del acuerdo. No tenía intención de presentarme ni era mi objetivo.

O sea, que ese salto a la primera línea viene de una falta de acuerdo. 

En política, los caminos son, como los del Señor, inexcrutables. Mi salto a presentarme como candidato ha generado una alegría y un entusiasmo que agradezco mucho. Hemos sacado del letargo un poco a Izquierda Unida. Estoy convencido de que va a ser un debate muy positivo y muy propositivo, donde cada candidato presente cuál es su proyecto para nuestra organización y que gane el que diga la militancia.

Ha recogido ya el 40% de los avales: ¿por qué cree que tantos han confiado en Antonio Maillo? 

Creo que la gente no se imaginaba que yo iba a presentarme y lo que he percibido es que, a pesar de las dificultades en las que nos encontramos, se valora que se está dispuesto a luchar por este proyecto, que alguien se moje. Sinceramente no es un momento fácil para dirigir una organización. Y luego es una candidatura que tiene el apoyo de todas las organizaciones políticas, de todos los partidos que están dentro de IU: Partido Comunista, Candidatura Unitaria de Trabajadores e Izquierda Republicana y prácticamente de todas las federaciones, sobre todo Andalucía y Asturias, con mucho ámbito de gestión y de gobierno en sus territorios.

Si finalmente es elegido coordinador general de Izquierda Unida, ¿cómo va a ser esa interlocución con la sociedad estando fuera de las instituciones?

La lección que sacamos de los últimos años ha sido que quizás ha habido una especie de exaltación de las individualidades en las direcciones de los partidos: una suerte de superhombre o supermujer que dirige todo, que es gobierno, que es organización, que es interlocución con la sociedad, que es institución. Lo que hace falta es una dirección de carretera y manta donde las asambleas, que se han sentido muy abandonadas en estos últimos años, tengan un debate a calzón quitado, como el que hemos tenido siempre en IU. En los tiempos de la dirección andaluza, que también fueron muy complicados, esa dinámica de contacto directo fue clave para resistir los envites de otras formaciones políticas que vinieron, en plan tsunami, y que podían habernos devorado.

Para resistir aquellos tiempos de confluencia que muchos veían con recelo, dice.

Pero sobre todo para resistir porque había ahí un tsunami que nos podía haber llevado por delante. Esa complicidad de la militancia, esa confianza mutua, incluso no coincidiendo en los planteamientos políticos que cada uno nos hacíamos, fue determinante para mantener la red tan formidable que tenemos de capilaridad y de contacto con el territorio. Izquierda Unida no es una organización que esté en un territorio solamente, estamos en todas las comunidades autónomas de España, tenemos una visión federal, por tanto una estrategia federal, tenemos una gran influencia en los ayuntamientos. Y creo que en estos momentos en los que ya la etapa de los hiperliderazgos ha desaparecido, el arraigo territorial va a formar parte fundamental de la construcción y del fortalecimiento de nuestra organización. Sinceramente, sin Izquierda Unida es muy difícil que se pueda construir en España ningún espacio que tenga realmente conexión con los territorios y capilaridad en la sociedad civil.

¿El problema de Sumar ha sido que ha contado poco con Izquierda Unida?

Yo creo que no es un problema de Sumar y antes Podemos, yo creo que en todo lo que es el espacio de confluencia o hay un diálogo sincero y se crea un espacio en el que haya un método democrático en la toma de decisiones y, sobre todo, haya un respeto a la pluralidad que permita que todos los que formamos parte de un frente amplio de una confluencia nos sintamos cómodos, o no va a tener éxito. Las tentaciones de establecer una especie de modelo mayoritario que desprecia a la minoría no van a tener éxito. 

¿Entiendo que opina que Izquierda Unida ha sido muy generosa este tiempo?

Izquierda Unida ha sido muy responsable, a veces demasiado. No podemos someter a más estrés político a la gente a la que queremos representar. Podemos pensar que en las elecciones europeas podíamos estar en una mejor posición pero, por encima de todo, ponemos la conciencia de que ahora mismo la propuesta de Sumar es la que objetivamente permite dar la voz del hilo rojo que nosotros representamos dentro de un Parlamento Europeo en el que puede avanzar la derecha y la extrema derecha. No perder de vista esa situación es fundamental frente al ensimismamiento o las tentaciones ilusionistas de decir mejor solos.

Posiblemente yendo unidos no consigamos todos los objetivos pero lo que está claro es que yendo desunidos el fracaso es absoluto

Hay compañeros que defienden ese modelo y a mí me parece que eso nos lleva a desaparecer y a desconectar de la sociedad civil que aspira a la unidad. Y una certeza, posiblemente yendo unidos no consigamos todos los objetivos pero lo que está claro es que yendo desunidos el fracaso es absoluto y eso lo podemos constatar en las experiencias electorales que hemos tenido. Por eso defiendo este Frente Amplio, por encima de todo, se llame como se llame, que tenga una voluntad de ensanchar espacios y donde IU tenga protagonismo. Las decisiones no pueden ser unipersonales ni verticales.

En el caso de que se repitieran elecciones generales, ¿Izquierda Unida se plantearía ir por separado de Sumar?

Yo no voy a defender eso nunca y hay otros compañeros que lo defienden. La candidatura que yo represento apuesta por la confluencia con otra gente desde un protagonismo y fortalecimiento de IU.

¿Por qué no ha sido posible el acuerdo con Sira Rego?

Lo hemos intentado desde hace meses pero siempre chocábamos en lo mismo: creemos que se ha superado el modelo de superliderazgo. Yo no tengo miedo a estar con gente que no tiene que opinar siempre lo que yo diga. 

Si, dado el caso, Sira Rego pierde, ¿cree que debe poner a disposición de la militancia del partido su cargo como ministra de Juventud e Infancia? ¿O no tiene nada que ver?

Mi caso mi candidatura es con diferencia la que más avales ha tenido pero a la hora de la verdad, hay que votar. Y ahora, por supuesto, que aquí no se cambia nada: por decirlo de alguna forma, yo no voy a ser ministro, es decir, cuando yo digo que quiero una militancia de carretera y manta es porque yo me quiero dedicar a estar con la asamblea, a construir tejidos sociales, a interlocutar con gente y la compañera Sira tiene que seguir en el Gobierno, que para eso la nombra Pedro Sánchez en la cuota de Sumar.

¿Qué balance hace de este primer año de Sumar?

Que se han podido hacer las cosas mejor, sin duda. Pero cuidado que las experiencias de confluencia sean manifiestamente mejorables no pueden llevar a concluir que lo mejor es aislarnos. 

A toda esa militancia que se quiere dirigir, ¿qué os une?

Una conciencia de que representamos una tradición histórica en la izquierda, que está perfectamente vigente, la constatación de que, durante esta década, los nuevos métodos de organización política no han mejorado ni mucho menos los que nosotros teníamos, que aunque puedan ser un poco más lentos para las dinámicas de ahora son profundamente democráticos y de debate y que es fundamental que todo proyecto político esté vinculado al territorio y que todo hiperliderazgo que no se base en un componente o soporte territorial está condenado al fracaso. 

¿Y Podemos?

Yo respeto su debate. Nosotros en Izquierda Unida estamos experimentando en algunos territorios alianzas con Podemos como en Extremadura o Andalucía que están construyéndose de manera positiva. Pero claro, eso lo tiene que decidir Podemos, no nosotros. Yo creo que un debate leal y honesto que siempre es positivo frente a las tentaciones que siempre va a haber en España de reconstrucción bipartidista. 

Se cumplen dos años de legislatura andaluza y de ese proyecto que fue Por Andalucía: ¿qué lectura hace?

Tuvo unos momentos difíciles, sin embargo ahora están construyendo…

¿Construyendo? ¿Ve encauzada la relación?

Sí, sí, de un medio a otro. A eso me refería antes cuando decía que se están encauzando relaciones, están siendo conscientes del momento que se vive y creo que, desde las periferias, que es uno de los marcos de mi propuesta, podemos contribuir a la cultura política y esto trasciende. Podemos contribuir a una cultura política del matiz, del respeto, de la tolerancia y frente a la hiperventilación que viene de Madrid. Creo que ahí toca también una reflexión en la que no podemos dejarnos llevar por esos sustos muertes diarios que hay en Madrid porque eso no es la vida real de nuestro país. Nuestro país se parece más a lo que hay más allá del territorio de provincias y de las comunidades autónomas que lo que hay de la M40.

Nuestro país se parece más a lo que hay más allá del territorio de provincias y de las comunidades autónomas que lo que hay de la M40

Quiero contribuir a ese desembarramiento de la política, a recuperar el debate, genuino y honesto, aún desde la discrepancia. Soy profesor de instituto, estoy en un claustro con más de 100 profesores y evidentemente hay profesores progresistas, de izquierda, de derecha y seguramente habrá de extrema derecha pero la articulación profesional me hace ver a la política de Madrid el envenenamiento, de la toxicidad, que ahora mismo hay en la política de Madrid no puede ser la que traslade a los espacios profesionales o sociales esa nueva cultura que es una fea cultura o modo de relacionarse. 

Cuando se fue hace cinco años dijo que respondía "a razones profundamente personales y de necesario descanso". ¿Qué pensó el otro día cuando el presidente compartió esa carta abierta?

De profunda empatía con alguien que sufre. Es decir, hay alguien que sufre, sea quien sea, me genera siempre un sentimiento de empatía y de solidaridad. Te puede gustar más el presidente o menos pero el nivel de ataque en términos personales y de denigración de su familia que ha sufrido Pedro Sánchez no se ha visto nunca. Esa empatía surge porque creo que, ante el sufrimiento, sale lo mejor del ser humano. En segundo lugar porque también la política no debe dejar de ser esencialmente una actividad humana. 

Veo en Pedro Sánchez, quizás, una tentación que espero que la diluya una tentación plebiscitaria

Pero...

Ahora, en términos políticos, si echo de menos que si tú tomas una decisión en clave política de seguir tiene que ir acompañado de medidas. Con su comparecencia, fue un alivio porque se quedó pero eche de menos una serie de compromisos políticos en términos de reforma de la justicia renovación del Consejo General del Poder Judicial, la modificación de la ley Mordaza, el fortalecimiento de medidas de carácter laboral como la subida de los salarios, la reducción de la jornada… Yo eche de menos en Pedro Sánchez eso y veo, quizás, una tentación que espero que la diluya una tentación plebiscitaria.