Opinión | EL CHINERO

Con la boca chica

Gragera no puede negar la evidencia, pero debe obediencia al partido que le abrió ¿sin condiciones? las puertas

El único tramo de la Ronda Sur que está abierto al tráfico.

El único tramo de la Ronda Sur que está abierto al tráfico. / S. GARCÍA

Se daba por sentado que siendo ahora la Junta de Extremadura del PP y gobernando el mismo partido en el Ayuntamiento de Badajoz, la capital pacense vería reflejados en los presupuestos autonómicos de 2024, los primeros confeccionados por el nuevo gobierno regional popular, proyectos largamente anunciados, reiteradamente solicitados, repetidamente prometidos e incansablemente reclamados. Se daba por sentado que estando el alcalde, Ignacio Gragera, tan cerca de la nueva presidenta, María Guardiola, que lo acogió en sus siglas como un mirlo blanco, que la ciudad que representa se vería satisfecha con las primeras inversiones dibujadas por su flamante Ejecutivo.

La sorpresa en el equipo de gobierno municipal ha debido ser mayúscula cuando ha revisado, una a una, letra a letra, cifra a cifra, número a número y partida a partida, todas las páginas del presupuesto del próximo año, sin que aparezcan ni se mencionen necesidades que esta ciudad viene reclamando desde hace años, algunas proyectadas por el anterior gobierno socialista y cuyo retraso y olvido el ayuntamiento popular achacaba al signo político contrario de la Junta.

Algo ha debido fallar en la comunicación entre Gragera y Guardiola. Algo ha pasado para que en los presupuestos presentados por la Junta del PP no aparezca ninguna partida para el traslado del centro de salud de Los Pinos y de la Escuela Oficial de Idiomas al Hospital Provincial, cuyo ala cedió la diputación para que las consejerías de Sanidad y de Educación dispongan de este espacio a su antojo. No deben estar de antojos, porque nada aparece en las nuevas cuentas para cumplir estos dos compromisos (que se funden en uno), que vienen de largo.

Como tampoco hay nada en los presupuestos para acometer las obras de la Ronda Sur, de la que solo se ha construido un tramo y quedan otros tres, sin los cuales, ni es ronda ni es nada, salvo una conexión que -hay que reconocerlo- facilita y acorta el acceso al Faro y al Hospital Universitario a quienes entran por la carretera de Olivenza. Se van a cumplir dos años en enero desde que este primer tramo se abrió al tráfico y parece que van a tener que pasar unos cuantos más hasta que se pueda circular por el siguiente. Puede que hasta el Gobierno central termine antes la Ronda Este (acaba de sacar a concurso la redacción del proyecto) que cerraría la circunvalación. Una circunvalación que se ha quedado en una cuarta parte, sin esperanzas de continuidad, de momento.

Tampoco aparece en los presupuestos autonómicos nada para el sexto puente, que tanto han reclamado los alcaldes populares al socialista Guillermo Fernández Vara. Nada para terminar de cerrar la herida de la riada, como venía pidiendo Gragera y antes hicieron lo propio sus predecesores, porque el ayuntamiento no podía, no puede hacerlo solo. Ahora que su partido está en la Junta, era el momento de demostrar si realmente existe interés en solucionar una situación que se prolonga desde hace 26 años.

Cuánto se quejaron en los anteriores carnavales de la mísera aportación de la Junta a la única Fiesta de Interés Turístico Internacional de Badajoz: 25.000 euros. Los mismos, ni uno más ni uno menos, que ahora destinan los presupuestos del PP. Dice el alcalde que Guardiola le ha prometido enmendar esta partida. ¿Cómo es ese dicho? Que no tiene enmienda.

A Gragera no le queda otra que agachar la cabeza, asentir y afirmar, con la boca chica, que le satisfacen estos presupuestos, porque invierten más de 8 millones de euros en los tres hospitales. 8 millones para tres hospitales de referencia regional. Otras partidas para dos colegios proyectados desde hace siglos y 650.000 euros para dinamizar el comercio, si es que se puede cuantificar un tratamiento eficaz contra la enfermedad que lo atenaza. Gragera no puede negar la evidencia, pero debe obediencia al partido que le abrió las puertas sin condiciones. Ahora las tiene delante: acatar y justificar lo injustificable.