Opinión | EL CHINERO

Voz sin voto

Las asociaciones que han luchado por la creación del Consorcio del Casco Antiguo de Badajoz no salen en las fotos

Reunión del consejo rector del Consorcio del Casco Antiguo de Badajoz.

Reunión del consejo rector del Consorcio del Casco Antiguo de Badajoz. / S. GARCÍA

El pasado 10 de abril se firmó el convenio entre el Ayuntamiento de Badajoz, la Junta de Extremadura y la diputación para la creación del Consorcio Integral para la Recuperación Monumental, Patrimonial, Social y Urbanística del Casco Antiguo, después de años de trámites para que las tres administraciones diesen los pasos que llevasen a la aprobación de los estatutos y de este convenio. El 19 de abril la nueva entidad obtuvo del CIF y el 2 de mayo se ha constituido el consejo rector, que es el órgano superior de gobierno y administración y que, en su primera reunión, ha determinado cuál debe ser el perfil del gerente, que esperan que esté nombrado antes del verano.

Tras el acto de constitución, el alcalde, Ignacio Gragera, destacó los trámites que han salido adelante las últimas semanas, pues además de la obtención del CIF, está en proceso la inscripción en el registro de entidades del sector público y el consorcio tiene ya una cuenta bancaria para que las tres administraciones que lo integran realicen sus aportaciones al fondo patrimonial y al que necesita para su funcionamiento.

 Da la sensación de que los responsables de que el consorcio salga adelante están logrando en menos de un mes lo que sus predecesores tardaron años en poner en marcha.

 Se van a cumplir 26 desde que la Asociación Amigos de Badajoz recogió firmas para la creación de una entidad que trabajase en la revitalización del centro histórico de la ciudad. El 9 de junio de 1998 se las entregaron al entonces presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Todo parecía ir sobre ruedas e incluso se produjo un encuentro en Mérida entre el jefe del Ejecutivo regional y el que era en aquel momento alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán. El acercamiento duró un lapsus porque, a los pocos días, Ibarra decidió retirar su participación del Consorcio del Casco Antiguo de Badajoz, como castigo a las palabras que momentos antes había pronunciado Celdrán, en el tono jocoso y gracioso que lo caracterizaba, quejándose de lo que costaba a los ayuntamientos del PP que el gobierno autonómico socialista los tuviese en cuenta en sus presupuestos. Una pataleta propia de quien patrimonializa la función pública. Lo que la sociedad civil había logrado con una lucha constante y una generosidad sin fisuras se venía abajo de la noche de la mañana por un ego político mal administrado.

Una lucha que las asociaciones que trabajan en defensa de la recuperación del Casco Antiguo de Badajoz no han abandonado durante los últimos años, siendo estos colectivos los que, a fuerza de insistir, han propiciado que esta entidad salga ahora adelante. Asociaciones que durante las últimas semanas no han aparecido en ninguno de los actos convocados para poner en marcha esta iniciativa. Ni siquiera han sido invitadas. No salen en las fotos. A pesar de ello, no han dudado en expresar su satisfacción públicamente cada vez que se ha dado un paso adelante. Nobleza a raudales. Cuando se firmó el convenio, la excusa de su ausencia fue que en las Casas Consistoriales no había espacio suficiente para más interlocutores. Injusta vara de medir cuando las partes consorciadas estaban ampliamente representadas, sin aparente necesidad.

Las asociaciones podrán formar parte de la mesa técnica del consorcio, que se define como un órgano destinado al estudio, discusión y debate de propuestas que estime oportunas la comisión ejecutiva previa remisión al consejo rector. El alcalde dijo en la última reunión que no hay límite en la participación de los colectivos. No los hay. Las opiniones no pesan. Pero las posturas que expresen aquellos que llevan años luchando por la creación de este consorcio no adquirirán mayor rango. Los estatutos lo dejan claro: la mesa técnica tendrá carácter consultivo, no vinculante. Vamos, con voz, pero sin voto. Como en los últimos 26 años.