Opinión | EL CHINERO

Inútiles

En esta ciudad no hay obra que termine en tiempo y forma, no sólo las que competen al ayuntamiento

Así está la obra de la piscia de la margen derecha.

Así está la obra de la piscia de la margen derecha. / S. GARCÍA

Los llamó «inútiles» y sentó bastante mal en la diana. Aunque el contexto fuese electoral, no todo está permitido. El entonces presidente de la Junta de Extremadura y candidato del PSOE a repetir al frente del Gobierno regional llamó «inútiles» a los del PP que estaban al mando del Ayuntamiento de Badajoz, cuyo alcalde ya era el actual, Ignacio Gragera. Sentó mal porque es un insulto impropio de quien lo eligió para el ataque político. Vara lo utilizó en el acto de presentación de la candidatura municipal del PSOE, con Ricardo Cabeza a la cabeza, en el interior de la Alcazaba y, como era de esperar, provocó los aplausos de los reunidos, embriagados a esas alturas por las subidas de tono de un discurso de autoexaltación. El insulto desacredita a quien lo utiliza como argumento. Si bien, hay que reconocer que en otro escenario, en petit comité, es el calificativo que cuadra con la gestión de la obra de la piscina de la margen derecha de Badajoz. Una obra interminable. Con razón, Gragera no se atreve a dar plazos para su finalización. Tantas fechas ha barajado el equipo de gobierno municipal que ningún cálculo es creíble.

La obra de la piscina de la margen derecha (que en plena campaña electoral el anterior alcalde popular, Francisco Javier Fragoso, soñó con dimensiones olímpicas y un techo retráctil para que pudiera usarse durante todas las estaciones del año y sirviese de referencia a los deportistas de élite), comenzó en noviembre de 2019 con un plazo de ejecución de 16 meses. Debería haber terminado en primavera de 2021, hace tres años. El proyecto estaba gafado. Le ha pasado de todo, desde un acuífero inesperado, a una pandemia sanitaria mundial, una subida generalizada del precio de los materiales y hasta la quiebra de una de las dos empresas que formaban la UTE a la que se adjudicó el proyecto y su ejecución.

En esta ciudad no hay obra que termine en tiempo y plazo. Dirán que ocurre en todas partes y no sólo con las que competen al ayuntamiento. Toda la razón. El listado de proyectos que se alargan en el tiempo es interminable, como la obra de la piscina. Cuántos titulares dio la jefatura de la Policía Local de Valdepasillas. Cuántos el aparcamiento subterráneo de la plaza de Conquistadores. Cuántos está dando la ampliación de la residencia de mayores de La Granadilla, que ahí sigue, parada. Y el aparcamiento del Hospital Universitario, que no tiene fin. O la Ronda Sur. Estas últimas competen a la Junta. También del Gobierno central: el desdoblamiento de la carretera de Sevilla, la urbanización del final de Ricardo Carapeto o la rotonda de Cerro Gordo. No están ni se las espera.

Por seguir el análisis de Vara, no solo hay inútiles en la Administración local. Mal de muchos se sabe de quién es consuelo. Los vecinos de la margen derecha y los nadadores de élite han dejado de hacer planes con la piscina. El alcalde no se atreve a dar plazos porque no los tiene. De momento, va a devolver a la Junta los 2 millones de euros del convenio para su construcción y otros 100.000 de intereses de demora. No hay problema porque ahora gobierna el mismo partido y se van a entender. Nadie duda de que lo hagan. Lo que no evita el disgusto de que una nueva demora se cierne sobre esta obra que lleva parada casi dos años. Ayuntamiento y Junta deben firmar un nuevo convenio. El anterior lo rubricaron en 2017 y sufrió cuatro prórrogas. Cuatro. Terminó el pasado 30 de mayo con la obra patas arriba. Ahora tienen que redactar uno nuevo adecuándolo a la parte que aún queda por hacer y a la subida de materiales. La Junta tiene una partida reservada. No así el ayuntamiento, que ni siquiera ha presentado sus presupuestos para este año. Después se tiene que licitar el trabajo pendiente y adjudicar. Demasiados trámites para atreverse a poner plazo a un proyecto que anunció un alcalde que no lo verá ejecutado. Tres alcaldes han soñado con terminarla y a tres les ha quitado el sueño. Llamar a alguien inútil no está bien, pero dan ganas de pensarlo.