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ABANDONO DE LAS RIBERAS EN LA DESEMBOCADURA DEL AFLUENTE EN EL GUADIANA, en Badajoz

Denuncian que los merenderos del río Gévora en Badajoz están convertidos en basureros

«La confederación ya hizo actuaciones, pero hoy hay árboles secos y muertos», afirma el colectivo. La Asociación Juvenil Pedro de Valdivia, de los Scouts, pide que se limpie y se arreglen los daños

Denuncian que los merenderos del río Gévora en Badajoz están convertidos en basureros

La ribera del Gévora en el tramo previo a su desembocadura en el Guadiana puede ser un buen ejemplo --hay muchos--, de esa egoísta concepción de que lo público, que es de todos, no es de nadie y no merece cuidado, una conclusión fácil para quien visite esa zona fluvial, a pocos kilómetros a la salida de Badajoz por la carretera de Cáceres, como ya se ha visto en otros tramos del Guadiana y el rosario de vertederos existentes en la periferia urbana.

Unos usuarios, estos sí responsables, son los de la Asociación Cultural Juvenil Pedro de Valdivia, de los Scouts, que acuden a esa zona en sus excursiones, caminatas, meriendas o a bañarse en un agua aún limpia del afluente del Guadiana, que recoge aguas también del Zapatón.

Pedro Rodríguez, presidente de esta asociación, hizo de guía a este diario para recorrer los tramos en los que intervino la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), antes del proyecto del parque de la margen derecha del río, con reposición y plantación de árboles en alamedas ribereñas, en las que se ven ejemplares secos, muertos y hasta caídos.

En un tramo de un par de kilómetros hay al menos tres merenderos y zonas de estancia, a ambos lados del río, con puente de madera y piedra que une las dos orillas, que se suelen usar como zona de baños, de reunión o recreo, dotadas de mobiliario rural público con mesas, bancos, carteles indicativos que se ven llenos de basuras esparcidas o agrupadas en pequeños vertederos.

En ocasiones han denunciado el corte de caminos «por algunos agricultores que pretenden evitar robos», también la falta de limpieza de los márgenes de los viales y caminos, «que son peligrosísimos en caso de incendio», o que «no haya un mantenimiento por parte de la Administración competente que corresponda en cada caso», según afirmaba Rodríguez.

En estos parajes con claros boscosos en los que resguardarse de las altas temperaturas a su sombra , a orillas del río y por el grado de humedad que mantienen, existe una rica fauna --como las garcillas bueyeras-- y flora --con ejemplares de la matorral de tamujo--, objeto de protección europeaen algunos casos, como especies autóctonas del suroeste ibérico.

La acumulación de residuos, de envases, de plásticos, de bolsas con basuras en torno a los bloques que sirven de mesa, y a los árboles, se hace palpable, como el rastro que dejan cuando son arrastrados por las aguas procedentes de la parte superior del cauce, del Gévora, pero también del Zapatón, y de los excedentes de riego de la zona y del Canal de Montijo, que los esparce sin que nadie acuda a mantener una mínima limpieza.

Lo cierto es que la Guardia Civil, el Seprona, mantiene cierta vigilancia, pero no suficiente para impedir que alguien sierre mesas y bancos de madera para llevárselos quizás a una parcela, esa sí, de su propiedad, aun a costa del erario público.

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