Síguenos en redes sociales:

el chinero

Pregón de pregones

Pregón de pregones

Cuando estas líneas salgan publicadas, habrán pasado muchos días desde que terminó el Carnaval de Badajoz y como la actualidad manda y el devenir se impone, parecerán siglos desde que fue actualidad. Pero es que el pasado Carnaval se ha superado a sí mismo: en participación, en la implicación de los colectivos que lo movilizan y sobre todo en la presencia de gente en la calle, disfrazada y con ganas de divertirse. Eso es el Carnaval y los pacenses han estado a la altura de su fiesta más característica.

Empezando por el pregonero, Carlos Latre. Es justo reconocer que el humorista cumplió con creces su cometido e incluso superó lo que de él se esperaba, si el listón estaba en muchos de quienes lo han precedido. Siempre genera controversia el caché que cobra el pregonero por asumir el papel por el que se le contrata. Es difícil sopesar si es mucho o poco. En una ocasión escuché a un tertuliano en un debate sobre cómo es posible que haya clubes de fútbol que paguen cantidades desorbitadas por un delantero. Su respuesta fue sencilla: se aplica la ley de la oferta y la demanda. Si hay alguien que está dispuesto a pagar más, gana la puja. No es el caso del pregonero, pero es cierto que el personaje en cuestión pone su precio y es el ayuntamiento el que tiene que decidir si lo vale o no. Además, parece ser que en este caso Latre rebajó ostensiblemente lo que suele pedir por este trabajo, que no deja de serlo, aunque a muchos les parezca antes un papel honorífico que un esfuerzo tener que dar el pistoletazo de salida desde el balcón del ayuntamiento.

Que sepamos, a Latre no le unía (ya puede que sí) ningún lazo sentimental a Badajoz. Vino aquí a currar y desde luego se ganó el jornal. Hay pregones y pregones y el de Latre fue de lo mejorcito que ha sobrevolado la plaza de España que, por cierto, estaba abarrotada y difrutando del momento, implicada al máximo con el pregonero, que jaleaba al gentío desde arriba. Latre estuvo divertido, cariñoso, imaginativo, ameno, gracioso y simpatiquísimo con los que desde abajo respetaban su intervención y con quienes pudieron acercarse a él. Al pregón de Carlos Latre no le faltó ningún ingrediente para que saliese en su punto: lugares comunes con los que calentar al público, frases y cánticos que los de abajo reproducían; anécdotas locales para demostrar que se había preparado su alocución con interés, humor, mucho humor, con referencias continuas a la ciudad, a su equipo de fútbol, a sus reivindicaciones (no faltó el Ave) y todo ello aderezado con las intervenciones de numerosos personajes archifamosos que el imitador bordó, por algo se dedica a imitar, además de a otros oficios relacionados con la comunicación. Sobre todo eso, Latre aliñó su pregón y su presencia en Badajoz con un condimento fundamental para garantizar el éxito: entusiasmo. Un entusiasmo que contagiaba a raudales. Hasta para recoger el humilde recuerdo que el ayuntamiento le regaló soltó una carcajada, cuando el alcalde, al entregarle una reproducción de Puerta Palmas, le dijo que en esta ciudad somos tan acogedores con los de fuera, que en lugar de entregarles la llave les regalamos la puerta. A Latre le pareció tan gracioso que espontáneamente se rió. Cumplió su cometido, para el que se le pagó, pero otros que le precedieron y que también se llevaron su cheque, no correspondieron con un pregón currado, como merece el Carnaval de Badajoz. No hay que ser un gran comunicador para estar a la altura del balcón del ayuntamiento. Solo hay que ponerle ganas (basta con llevarlo escrito en un papel) y entusiasmo, como hizo Latre.

Pulsa para ver más contenido para ti