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campaña a través de la plataforma change.org

Las Hijas de la Caridad recogen firmas para que haya un albergue permanente

Las religiosas pretenden movilizar apoyos para que funcione todo el año un centro de acogida. Estarían dispuestas a alquilar y acondicionar una vivienda asequible con varias habitaciones

Las Hijas de la Caridad recogen firmas para que haya un albergue permanente

La Compañía Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que gestiona el comedor social de la calle Martín Cansado y que en los últimos dos inviernos ha puesto en marcha un albergue temporal para personas sin hogar coincidiendo con la ola de frío, ha iniciado en la plataforma change.org una recogida de firmas para reclamar que en Badajoz funcione de manera permanente un alojamiento de acogida que ofrezca un techo a aquellos que viven en la calle o en inmuebles que no reúnen condiciones. A la hora de cierre de este diario se habían recogido 380 rúbricas.

El epígrafe de la campaña es Un hogar para todos, ayúdanos a hacerlo realidad y es la directora del comedor social, sor Ana Martínez Gómez, quien realiza la petición. En la petición explica que lleva casi dos años en Badajoz, en los que ha podido comprobar que el problema de las personas sin hogar está «latente» en esta ciudad y dada su experiencia ayudando a personas desfavorecidas, le sorprende que no existan recursos para su asistencia. Sor Ana Martínez recuerda que «en un alarde de improvisación» consiguió juntar los medios humanos y económicos para que al menos en invierno las personas que viven en la calle pudieran estar resguardadas de las inclemencias del tiempo. Se refiere al albergue que se puso en marcha el invierno pasado en la calle Bravo Murillo, en las instalaciones del Proyecto Vida, de Cáritas, que volvió a abrir este invierno, por segundo año consecutivo. La impulsora de la iniciativa denominada Ola de frío señala que ha sido un recurso de emergencia social con una duración de cuatro meses, que se puso en marcha con ayuda de la Administración Pública (el ayuntamiento concedió 5.000 euros), Cáritas y un equipo de profesionales proporcionado por las Hijas de la Caridad. «Me consta -manifiesta- que todos los usuarios por primera vez en mucho tiempo han vuelto a recordar lo que es calor de un hogar».

Esta atención, además de asistencial, se ha traducido, según cuenta sor Ana Martínez, en haber creado «una familia donde todos somos iguales y basada en el respeto, la ayuda y el trabajo en equipo». Pero a pesar de haber desarrollado este proyecto del que dice sentir «un orgullo enorme» por haber conseguido una «vida más digna» para estas personas, cuando el albergue ha cerrado «se me queda un mal sabor de boca al pensar que van a volver a la vida de la calle, en portales, cajeros, casas de okupas o parques y volver a sentir esa sensación de invisibilidad social».

Es ese sentimiento la que la ha impulsado a lanzar un mensaje a través de change.org a los organismos públicos, entidades, empresas solidarias, oenegés o comunidades religiosas y a todos aquellos que puedan ayudar a esta congregación a «obtener los medios necesarios para conseguir instaurar un dispositivo social permanente que saque a las personas de la calle y que esté a la altura de otras ciudades de España pioneras en la sensibilización». Sor Ana Martínez pone el ejemplo de Sevilla, de donde procede.

No es la primera vez que esta congregación reclama que funcione en Badajoz un albergue permanente. Lo ha hecho cada vez que cierra sus puertas el alojamiento temporal. No se ha dirigido personalmente a ninguna administración ni entidad y ha pensado que esta plataforma de recogida de firmas podría ser una forma de «movilizar a la gente» para conseguir apoyos. «La necesidad existe», constata. En su opinión, el Centro Hermano de Badajoz no cumple la misma función porque las personas que viven en la calle «no quieren un centro cerrado, pero sí un techo bajo el que dormir».

Las Hijas de la Caridad no plantean dónde podría ubicarse el albergue permanente pues ellas no disponen de un espacio y entienden que debería ser un edificio público, de Cáritas o por cesión de un particular. Sor Ana Martínez calcula que deberían habilitarse unas instalaciones con 60 o 70 plazas, aunque podrían ser menos. La directora del comedor social ha pensado incluso que la congregación alquile a un precio asequible y acondicione una vivienda con varias habitaciones, pero necesitan personal que atienda a los usuarios y la congregación no tiene recursos.

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