No hay prenda que se les resista

Mérida le tiñó una falda a Montserrat Caballé

El matrimonio formado por Antonia y Manuel son la tercera generación de la Tintorería Guerrero Campos, un emblemático establecimiento que lleva a gala haber atendido a la recordada soprano catalana

Manuel Guerrero y Antonia Campos, ante su negocio, en Mérida.

Manuel Guerrero y Antonia Campos, ante su negocio, en Mérida. / JORGE ARMESTAR

Al entrar, el olor a limpio se convierte en una envolvente tarjeta de visita. Antonia Campos y Manuel Guerrero reciben en su negocio a El Periódico Extremadura con una sonrisa. Esa que espera siempre a su fiel público y esa que sale con gracia y natural de los protagonistas de este reportaje. Son matrimonio y la tercera generación que llevan regentando durante más de 40 años la Tintorería Guerrero Campos, en la céntrica plaza del Rastro de la capital extremeña. Un establecimiento, cuya fundación se remonta a 1966 en Almendralejo y que su objetivo ha sido y es mantener las manchas firmes hasta hacerlas desaparecer, devolver a la clientela las prendas relucientes, los tejidos impolutos sin ningún tipo de arruga…

En sus instalaciones han quitado manchas de miles de vecinos emeritenses y de otros puntos de la región, familiares, políticos, famosos, extranjeros... A Montserrat Caballé, la recordada soprano, tuvieron que teñirle una falda ante de una de sus actuaciones en la localidad. Su cartera de encargos es su mejor libro de memorias y artistas como Ana Belén también dejaron aquí su ropa. «Hace falta mucho trabajo y esfuerzo. Llevamos por bandera la tradición familiar y las nuevas tecnologías. Además contamos con una plantilla de excelentes trabajadoras y productos de calidad», comentan los propietarios si se les pregunta por el secreto del éxito tras todo este tiempo. Con precisión de cirujano y con la misma responsabilidad que si entre sus manos tuviesen una vida, los tintoreros artesanos Antonia y Manuel cuidan con mimo hasta el último detalle para eliminar las suciedades de las vestimentas que pasan por su tienda. «Somos como los cirujanos de la ropa (risas). Tratamos de darle solución a las manchas y la mayoría de las veces lo conseguimos satisfactoriamente, pero por desgracia hay algunas que no se quitan», señalan.

La formación continua es una de las bazas que les mantiene en un mercado donde cada vez hay menos profesionales de toda la vida. «La gente se piensa que este oficio va de meter ropa en una máquina y listo, pero se equivocan, es una profesión artesana y delicada donde la mayor parte de los procesos se hacen a mano», apuntan.

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