Opinión | EL CHINERO

Adiós a mi parque

Tronco partido de una de las palmeras del parque Ascensión.

Tronco partido de una de las palmeras del parque Ascensión. / S. GARCÍA

Hasta que en 2013 surgió una plataforma ciudadana para defender su supervivencia, no demasiados pacenses conocían la existencia de un parque histórico en la margen izquierda de la avenida de Elvas de Badajoz. Un espacio verde de dimensiones nada desdeñables, al menos en su origen, que su gafado porvenir fue diezmando víctima del abandono y del olvido. El parque Ascensión tenía una extensión próxima a 2 hectáreas. Su diseño ha llegado a atribuirse al paisajista y urbanista francés Forestier, autor del parque de María Luisa en Sevilla. Fue mandado construir a finales del siglo XIX por el conde de la Torre del Fresno y lleva el nombre de su única hija. De estructura romántica, el jardín tenía caminos y senderos, un cenador metálico, bancos de mampostería, un estanque vallado en hierro forjado abastecido por un canal y hasta una gruta en la que se celebraban bodas familiares. La construcción de la residencia de la familia no se terminó pero sí la casa de los guardas, que sigue en pie. En cuanto a la vegetación, contaba con esbeltas palmeras, una de ellas la más alta de Extremadura, canarias y washingtonias, pinos y otras muchas especies, algunas centenarias. Destaca una secuoya roja. En 2014 el parque Ascensión sufrió un importante incendio, aunque muchos de sus árboles permanecieron en pie.

Hasta hace unos días, cuando las máquinas han entrado y, sin compasión, han arrasado todo lo que han encontrado a su paso, dejando tras de sí troncos partidos, ramas agonizantes y tocones desahuciados. El parque ya no es de Ascensión ni de nadie. De momento, sólo se ha salvado la casa del guarda, donde aún vive Vicente, porque en su día el ayuntamiento accedió a una modificación urbanística que permitió convertir el uso de este suelo en dotacional y trasladar el comercial a otro lugar, donde está KFC. Se han salvado Vicente y la secuoya roja, que permanece erguida, no se sabe por cuánto tiempo.

A ojos de muchos pacenses, este singular jardín no existía. Como tampoco existía para el gobierno que aprobó el Plan General Municipal (PGM) de 2007, un tocho de documento que establece sobre plano las divisiones y usos de los terrenos que abarca la ciudad, por decirlo de una manera simple, tal vez demasiado. En esta planificación el parque Ascensión desapareció, engullido por el desarrollo urbanístico de los sectores en los que se ubica. La aprobación de PGM supone una ardua tarea y conlleva un proceso garantista, con exposición pública y plazos de presentación de alegaciones. Pero a ver quién es el bonito que se pone a repasar y sobre todo a intentar comprender cómo se ha plasmado sobre el papel el crecimiento de toda una ciudad para los siguientes decenios. Se supone que cuando alguien dibujó viales y bloques de pisos lo hizo a sabiendas de que había colocado el folio sobre un espacio verde y fresco. En aquel entonces, el jardín de la malograda Ascensión (contrajo carbunco y falleció joven) carecía de elementos protegidos de manera oficial, no estaba declarado como parque ni como un sitio de valor histórico, artístico o antropológico y el informe de impacto ambiental fue favorable al calificar la masa arbórea de escaso valor y no digna de protección.

A partir de ese momento, los días del parque Ascensión estaban contados. Todos los intentos de la plataforma ciudadana para intentar salvarlo hasta el último momento han sido infructuosos. Las promotoras están en su derecho y la ley las protege, porque se hicieron con los terrenos que pagaron en unas condiciones irrenunciables. El ayuntamiento nunca estuvo solícito en atender a las numerosas voces que se alzaron para proteger este pulmón verde. A quién le puede extrañar viniendo de quienes se cargaron sin miramientos los eucaliptos de la plaza de Santa Marta y los olmos de la avenida Carolina Coronado, para plantar 6.000 rosales que ahora van a volver a arrancar por otra ocurrencia plasmada en papel: en el papel del programa electoral.

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