Juicio en Tailandia

La premeditación y la causa de la muerte de Arrieta, los ejes que han marcado el juicio a Daniel Sancho

La distancia entre un asesinato agravado y un homicidio imprudente marcará la diferencia entre el cadalso y una condena de diez años con un pronto traslado a las cárceles españolas

Edwin Arrieta y Daniel Sancho

Edwin Arrieta y Daniel Sancho / AGENCIAS

Adrián Foncillas

El juicio a Daniel Sancho, a puerta cerrada, obliga a la quimérica misión de pergeñar una crónica judicial sin pisar la sala, sin escuchar a los testigos ni conocer siquiera la protegida identidad del magistrado, con retazos de las partes como únicos ingredientes, a menudo parciales, siempre interesados, y con cualquier pretensión de exactitud fracasada de antemano entre las triunfalistas interpretaciones. ¿Fue un crimen impulsivo y en defensa propia o ha quedado acreditada la premeditación en el ecuador del proceso tras el desfile de los testigos de la fiscalía?

Antes de que, el pasado 9 de abril, empezara en Ko Samui (Tailandia) la fase oral del juicio por la muerte del cirujano colombiano Edwin Arrieta, un examen de los elementos sugería la premeditación: el febril acopio de arsenal punzante y cortante, las espontáneas confesiones de Daniel Sancho, sus registros en dos hoteles… "Sancho llegó a Tailandia antes, compró los cuchillos, invitó a Edwin… y fíjate en la habitación del crimen: se registró en un hotel donde guardó la sierra y los cuchillos, lo llevó ahí, lo mató y lo fileteó, y al día siguiente regresó al otro hotel donde tenía sus enseres personales", argumenta Juan Gonzalo Ospina, representante de la familia Arrieta, y sin aparentes bridas comunicativas.

La acusación esgrime que Sancho planeó el crimen, mientras que la defensa asegura que "improvisó"

Son más parcos en el otro bando, la de la defensa de Sancho, que se escuda en la discreción ordenada por el tribunal. "Estamos muy contentos de cómo han ido estas dos semanas de juicio, no ha habido ni un solo testigo negativo y consideramos la premeditación ya descartada", añaden. Piden poner la atención en la ausencia de ADN de la víctima en los utensilios adquiridos en la víspera: sólo se ha encontrado en uno de los seis guantes. "Improvisó, no lo planeó", subrayan.

También difieren las interpretaciones sobre la causa de la muerte de Arrieta. Fue tras una pelea originada por una agresión sexual, según sostiene Sancho, o la consecuencia de una paliza planeada, según la fiscalía. Ahí radica la distancia entre un asesinato agravado y un homicidio imprudente, entre el cadalso y una condena de diez años con un pronto traslado a las cárceles españolas.

Sin el torso de Arrieta, no ha podido acreditarse la puñalada a la que la policía aludió mostrando una camiseta agujereada

Los pedazos encontrados del cuerpo de la víctima brindan un respiro la defensa. Sin el torso no ha podido acreditarse la puñalada a la que la policía aludió mostrando una camiseta agujereada. Ha aparecido, en cambio, la cabeza, con una fuerte contusión compatible con un desnuque accidental contra el baño. Ospina alude a los terribles moratones en ojos y nariz, presumiblemente propinados a la víctima aún en vida, y consistentes con la fortaleza física y los conocimientos de Muay Thai del agresor. Desde el bando opuesto recuerdan que el médico forense explicó que, tras un brioso golpe en el occipital, el balanceo de la masa encefálica provoca unos pronunciados hematomas en la parte frontal conocidos como "ojos de mapache" o "efecto antifaz".

¿Y la sierra? Pocos indicios parecen más incriminatorios. No abunda en el recetario español ni tailandés pero la defensa considera acreditada su finalidad culinaria después de que la vendedora de la tienda recordara que las estanterías ofrecían sierras de dientes más robustos e idóneos para un descuartizamiento. Sobre esas cuestiones deberá pronunciarse el tribunal, con una mayoría de juristas tailandeses escépticos sobre el triunfo de la defensa de Sancho. Los cronistas, mientras tanto, seguirán orientándose en la penumbra sin más brújula que el sentido común y lamentando el cerrojazo informativo en el más mediático crimen de las últimas décadas.