Sequía

«La sequía lleva asociada una gran incertidumbre»

El cultivo del arroz es el que presenta una mayor problemática por la falta de lluvias. La escasez de precipitaciones lastra las labores de siembra

Jesús Manuel Calderón, agricultor de Villanueva de la Serena.

Jesús Manuel Calderón, agricultor de Villanueva de la Serena. / SAMUEL SÁNCHEZ

Jesús Manuel Calderón aprovecha estos días la escasa humedad que presentan algunas de sus tierras para realizar las labores de siembra directa del arroz, una labor que facilita un importante ahorro de agua en el cultivo, pero que sin lluvias durante el invierno puede verse seriamente comprometida. «Lleva meses sin llover, así que tengo que aprovechar la poca humedad que queda en algunas zonas para ahorrar un poco de agua», cuenta a este diario. Y es que esa es la situación que atraviesan los cientos de arroceros que operan en la zona regable del Canal de Orellana. Pero no solo arroceros, agricultores de otros cultivos como el tomate y la fruta de hueso se están viendo obligados a dar aportes extra de agua a sus cultivos para llevar a término la cosecha, algo que en condiciones normales, por está época del año, no debería ser necesario. 

Pero en el caso de los agricultores de arroz y maíz es todavía más gravoso. Vienen de un 2022 sin poder sembrar y ahora se les presenta un 2023 en el que van a poder llevar a término un 60% de superficie de estos cultivos, aunque en unas condiciones muy complicadas. «Vamos a tener que remojar la tierra los próximos días para poder hacer la siembra directa, algo que nunca habíamos hecho», cuenta Juan Francisco Chamorro, quien además  pide a la Junta que «tenga en cuenta las necesidades de los agricultores y ganaderos ante una situación tan delicada como la actual». Por eso dice también que no solo los agricultores sufren esta situación de escasez de agua. También los ganaderos ven cómo los costes de sus productos se encarecen al tener que comprar el agua para sus animales e incluso el alimento ante las cosechas fallidas de cereal. «Me atrevería a decir que es una catástrofe lo que estamos diciendo», espeta Chamorro. Este arrocero de Zurbarán cree que inundar sus tierras para sembrar el arroz «es un gasto inasumible con la escasez de agua que tenemos». 

Juan Manuel Cáceres, de Don Benito, renuncia este año a poner maíz. «Es inviable», cuenta. Por eso ha decidido centrar sus esfuerzos en el cultivo del arroz, por el que suele apostar de manera habitual, aunque se muestra preocupado. «Preveo una campaña difícil si la situación se mantiene. Hemos tenido que retrasar la siembra y el ciclo del cultivo puede verse afectado», detalla al respecto del arroz de cara a una campaña en la que la cosecha puede verse afectada, como ya le ha pasado en su cereal de invierno. «No ha llovido, con suerte sacará el 50% del cereal adelante», agrega. 

Sin embargo, la sequía no sólo afecta de manera directa a los agricultores, sino que también lo hace en empresas de servicio como la de Emilio Camacho, situada en Don Benito y encargada de la recepción de arroz, maíz, cereal o aceitunas. «La sequía lleva aparejada una alta incertidumbre porque se frenan las inversiones y porque no se puede mirar a largo plazo, con lo que hay muchos proyectos que se paralizan por ese miedo a lo que esté por pasar», esgrime al respecto. En su empresa trabajan varias decenas de trabajadores y se muestra preocupado por un 2023 tan complicado como lo fue el 2022. De nuevo, agricultores y ganaderos continúan pendientes del cielo.

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