Opinión | La Atalaya

Doña Matilde (II)

La niña se movió en un ambiente católico y conservador

El día 8 de octubre de 1899 nacía en Badajoz, en el domicilio familiar de la calle Muñoz Torrero 29, una niña. Sus padres eran Paulino López Ruíz, empleado -del que no conozco ni organismo, ni empresa, ni puesto de trabajo- y Margarita Serrano Hernández. Ella era natural de esta ciudad, pero su familia procedía de Madrid y de León, y de Madrid y Ciudad Real, la del padre. Fuese cual fuese su ocupación, todo lleva a pensar en la administración, en una entidad bancaria o en una empresa con sucursal aquí. En definitiva, un cuadro sociológico muy habitual en esa época; y hasta no hace muchos años. Empleado destinado en capital de provincia conoce a señorita -algo mayor que él, en este caso-, contraen matrimonio y forman una familia, con la intención, quizás, de elegir un mejor destino en cuanto fuera posible. De hecho, la abuela materna siguió residiendo en Madrid. Puede suponerse sin el menor esfuerzo que la niña se movió en un ambiente católico y, a juzgar por sus opiniones posteriores, conservador, pequeño burgués. Por lo que deduzco de sus acciones, porque en su correspondencia hace algunas indicaciones muy leves, su madre tenía, como mínimo, una hermana, quizás ya casada. En la esquela fúnebre, publicada en el diario ABC de Madrid, se da noticia de su fallecimiento en la capital de España el 11 de julio de 1994. Solo se habla genéricamente de «Sus sobrinos». No he podido saber, por ahora, si era uno o varios o si se refiere a uno carnal y a su familia. En el momento de su óbito residía en la calle Luchana 22 y se le dio sepultura en el cementerio de la Almudena. 

Nada me lleva a considerar una relación continua con Badajoz, salvo visitas esporádicas a su madre, después de 1931. Una tía, hermana de aquella, debió quedar viuda, con un hijo, y se trasladó a Granada. Pero eso, después de la domiciliación de Matilde en Madrid, acabada su carrera y ganadas unas oposiciones a Archivos y Bibliotecas. Todos los veranos, durante sus estudios universitarios, dejaba la Residencia de Señoritas, donde se alojaba, y se trasladaba a nuestra ciudad, a pasar sus vacaciones. En realidad, la familia se desplazaba a Valencia de Alcántara o a Portugal, como tantas otras badajocenses del momento.

*Fernando Valdés es arqueólogo

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