Se realizan los fines de semana en el campo de vuelo casimiro patiño
El aeroclub de Badajoz organiza vuelos solidarios en favor del Banco de Alimentos
Una iniciativa que pretende crear afición y atraer gente al aeródromo pacense
La donación debe ser de 50 euros y el vuelo tiene una duración de 40 minutos
A las 9.00 horas de la mañana se abren las puertas de los hangares. Lo primero es comprobar el avión. «Miramos absolutamente todo antes de salir a volar. Cada tornillo, los depósitos, la hélice... sin eso, no se puede salir», explica Cayetano Barneto, presidente del aeroclub de Badajoz.
Desde que acabó la pandemia esta organización invita a cualquier persona que lo desee a volar, incluso a ponerse a los mandos de un avión, a cambio de una aportación solidaria. «Se nos ocurrió porque, tras el Covid, dimos vuelos de agradecimiento a todos los efectivos que habían trabajado por y para la seguridad de todos». Cuando acabaron, dicen, se dieron cuenta de lo poco conocida que era su afición entre los pacenses, por lo que decidieron ir un paso más allá: abrir sus puertas a la ciudadanía y colaborar «con una buena causa».
El campo de vuelo Casimiro Patiño se encuentra a 18 minutos de Badajoz. Cada fin de semana, un puñado de experimentados pilotos acuden hasta sus instalaciones para disfrutar de su afición «pero queremos contagiársela a la gente», dice Barneto. «Como el aeroclub es una entidad sin ánimo de lucro, lo único que queremos es que la gente vuele, sin más». Los socios de la misma se preparan para llevar al cielo a todo aquel que lo desee.
Un paseo de estas características puede costar en empresas privadas alrededor de 140 euros. Aquí se hace a cambio de una donación de 50 al Banco de Alimentos. «Antes la gente donaba un paquete de lentejas o una cantidad ínfima de dinero. Una cosa es que esto sea por afición y otra, que la colaboración sea muy escasa. Por eso pusimos ese mínimo que creemos que está acorde al viaje que se realiza». El vuelo a realizar tiene una duración de 40 minutos, «lo que se tarda en despegar, visitar la zona de Alconchel, ver cómo se maneja el avión, dar un par de giros y aterrizar. Dependiendo del viento puede alargarse algo más o un poco menos», explica Barneto. Los costes reales de los vuelos solidarios -gasolina, gastos del avión y del hangar- salen directamente del bolsillo de los pilotos del aeroclub. «Hoy, por ejemplo, volamos Vicente y yo. Somos nosotros dos los que afrontamos el gasto».
Nuestro avión despega y ambos pilotos, Cayetano y Vicente, se interesan constantemente por cómo ‘lo está pasando’ sus copilotos. Está claro: su objetivo es que el inexperto pasajero disfrute. Ver la provincia desde el aire impide cualquier atisbo de miedo y, además, el piloto te indica con el dedo lo que ves desde las alturas. «Mira, la finca de El Juli. Ese agua que ves a lo lejos es Alqueva. Vamos a volar cerquita del castillo de Alconchel, atenta». El culmen de la adrenalina llega cuando ponen los mandos en las manos del recién estrenado copiloto.
Al bajar, un diploma acreditativo espera en tierra. «Ahora estamos dando ya cita para septiembre porque muchos estamos de vacaciones, pero solo hay que entrar en la web del aeroclub e informarse». En el Casimiro Patiño, además, se imparten clases de ultraligero. Los socios de este aeroclub están decididos a no dejar morir la afición en Badajoz y reciben como en casa «a todo el que tenga ilusión de volar».
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