18 años de La Crónica de Badajoz | Esther Merino Cantaora

«Por cualquier rincón de la ciudad puedes escuchar flamenco»

Esther Merino.

Esther Merino. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Jonás Herrera

Jonás Herrera

Esther Merino (Badajoz 1984), cantaora, y ganadora de la Lámpara Minera en 2022, sintió atracción por el cante desde niña. Con 16 años ya estaba en los escenarios. En su larga trayectoria ha compartido escenario con los mejores del flamenco. 

¿Cómo se define?

Como una persona disciplinada y perseverante, a la que no se le pone nada por delante, una persona que se marca objetivos y no para hasta conseguirlo.

¿Cuándo empezó a cantar flamenco? 

Desde muy pequeña, pero hasta los 16 años no me subí a los escenarios por primera vez, fue en el pueblo de mi madre, en Alburquerque. En un bar rodeada de mi familia. Lo viví con muchos nervios pero con la sensación de que quería volver a disfrutar del escenario.

Desde que era una niña cantó flamenco por peñas, concursos, conciertos y recitales. ¿Qué le ofrecieron esas tablas?

Conocerme a mí misma, a desarrollarme como artista, adquirir un saber estar en el escenario que solo se consigue trabajando. Adquieres una madurez en lo personal y en lo profesional. He conocido a lo largo de mi vida a muchas personas, muchos artistas y de todos ellos he aprendido algo. 

Dicen de usted que es una cantaora madura, elegante, con señorío en lo rítmico y con muchas dotes vocales e interpretativas… ¿Qué le parecen estas definiciones?

Que hablan muy bien de mí, son muchos años cuidándome la voz, aparte de estudiar mucho y escuchar mucho más, todo para que luego puedas hacer lo que quieras en cualquier cante, que te salgan los matices que quieres, que llegues a la gente. El cantaor al igual que el guitarrista ha de tener unas cualidades, pero para desarrollarlas necesita una preparación y entrenamiento. Tienes que ejercitar tu voz y se tiene que hacer porque sino la velocidad se pierde o esos altos o graves cuestan más hacerlos al interpretarlos.

¿Quiénes son sus referentes?

La Paquera de Jerez y Antonio Mairena. Y si me fijo en los de la tierra, la Marelu, Juan Cantero, la Kaita, el tío Alejandro... Sin dejar a un lado a Porrina, que ha sido el mejor de todos los tiempos, fue el que dio a conocer a Extremadura y a sus cantes fuera de aquí.  

¿Considera un lujo poder haber crecido al lado de aquellos que admiraba en el mundo del flamenco?

Por supuesto, es un lujo porque te aportan sabiduría, escuché muchas veces en mis comienzos al Niño de Badajoz, destacando su cante por Solea, aprendí en Sevilla de los mejores maestros como Esperanza Fernandez, Calixto Sánchez, Paco Taranto o José de la Tomasa, imagina como eran aquellas clases y encontrarte por Badajoz y compartir escenarios y momentos con la Kaita y Alejandro Vega, no tiene precio.

Si Esther Merino fuera un palo flamenco, ¿cuál sería?

La bulería, para mí es un cante alegre, pero a la vez fuerte, tienes que saber dominarlo, porque tienes que tener un dominio muy grande de tu voz y, sobre todo, del compás.

¿Hay algún lugar en Badajoz que le inspire especialmente?

La Alcazaba, es un lugar único, maravilloso y mágico, tiene una ubicación privilegiada y se mantiene firme a lo largo del tiempo y todavía tiene muchos secretos escondidos por descubrir.

En 2022, con su voz reposada, con una madurez artística por todos conocidos, gana en La Unión, ¿qué supuso para usted esa Lámpara Minera?

Fue como un premio a toda una carrera, a todos los años de estudio, de preparación y, poco a poco, han sido recompensados con muchos primeros premios a lo largo de mi carrera; pero el premio de la Lámpara Minera es el que te consagra.

¿Los retos que tiene por delante?

Estoy deseando actuar en el Teatro Romano de Mérida. Porque he actuado en cientos de escenarios y todavía no he actuado en el Teatro Romano, que es uno de los lugares más bonitos de Extremadura. Y seguir actuando en los principales festivales flamencos a nivel nacional e internacional.

¿Qué cante de Badajoz es el que lo representa?

Los jaleos sin duda, hay otras tierras cantaoras con sus tangos, sus fandangos, sus tarantas, pero los jaleos solo los tiene Extremadura.

Durante un tiempo compaginó el flamenco con el sector sanitario, ¿cómo era esa faceta?

Después de ganar la Lámpara Minera, fue complicado compaginar ambos trabajos, elegí seguir desarrollando mi carrera en el cante, algo por lo que llevaba luchando tantos años. En mis años como sanitaria he sido muy feliz y he podido conocer las expresiones más bonitas de la condición humana en los momentos más difíciles, porque viví la pandemia en primera línea, trabajando en ese momento en Urgencias. Mis compañeros de Quirón Salud Badajoz forman un gran equipo de profesionales, que me enseñaron y aportaron mucho y a los que estaré eternamente agradecida.

¿Presume Esther Merino en el exterior de Badajoz?

Es mi tierra y la llevo por bandera. Esther Merino, ‘Lámpara Minera 2022’ y de Badajoz. La ciudad y Extremadura es una tierra flamenca a nivel de cante, de guitarra y de baile. De los tres, porque tenemos una generación muy buena que está viniendo muy fuerte en los tres sectores. Pero sí que es verdad que salir de aquí y entrar en el mercado nacional es complicado y desde aquí pido más apoyo a las instituciones, porque que Extremadura es flamenca se sabe, pero hay que dar a conocer más a sus artistas fuera de aquí.

¿Un deseo para Badajoz?

Que las peñas flamencas tengan sus sedes cedidas por alguna institución, como pasa en Andalucía, por ejemplo. Hay veces que quieren venir de intercambio peñas a nivel nacional y no pueden hacerlo porque las peñas de Badajoz no tienen sedes. Y creo que a Badajoz le falta un festival flamenco en el sitio más flamenco de Extremadura, en la plaza Alta, al aire libre. Me encantaría ver esa plaza Alta llena de butacas, llena de afición, llena de arte y de cultura para Badajoz. Pediría eso, seguir potenciando el flamenco en Badajoz.

EL TEST PACENSE

Lugar preferido de Badajoz: La plaza Alta, sin duda.

Si Badajoz fuera un color... Cualquier color que tenga lunares flamencos.

Dónde desayunar en Badajoz: En la Casona Alta o en la Baja.

Un sabor que sea característico de la ciudad: El de los bollos de leche de La Cubana.

Un olor que le evoque siempre a Badajoz: En esta época, el olor a azahar.

Un sonido particular de la ciudad: El de la guitarra.

Un recuerdo imborrable de su infancia en las calles pacenses: Mis años vividos en el barrio de San Roque, estuve allí casi hasta los 18.