Redes sociales
La emotiva historia de Azucena, la gitana de Badajoz que conquistó el Real sevillano en 1997
El pintor Roberto Alberto narra este hecho verídico que está emocionando a las redes sociales
La Feria de Sevilla está en boca de todos en estos días. Ya sea por los atrevidos 'outfits' que se están viendo en el Real este año o por la cantidad de 'influencers' que pasean por sus calles, cada día hay una noticia nueva sobre acontecimientos que ocurren en Sevilla en estos días.
Esta historia, sin embargo, se remonta a hace algunas décadas. Concretamente a 1997. El pintor sevillano Roberto Alberto ha narrado en redes sociales un hecho verídico que le ocurrió en abril de ese año. Publicado hace cuatro horas, ya ha alcanzado las 202.000 visualizaciones en X -antes Twitter-.
El artista habla de Azucena, una gitana de Badajoz que entró un día cualquiera de feria en la caseta en la que él se encontraba con sus amigos. Iba cargada con un capazo repleto de claveles para vender. «Mi amigo Ricardo le dice que se siente, que qué quiere tomar», comienza el relato. Ella, tímida y cortés, rechaza la invitación y pide agua. La pandilla de amigos se ofrece voluntaria para colocar los claveles al mejor precio mientras ella descansa. «Aún no hay móviles como los de hoy y siempre llevo mi cámara de fotos para documentar mis futuros carteles. Le hago una foto», continúa el artista.
La historia sigue. El artista le hace un retrato a lápiz a la pacense y, en un momento dado, uno de los chicos le pregunta «¿Tienes más claveles que vender? Vete a por ellos». Tras volver con el cesto lleno, alguien compró todas las flores que tenía que liquidar en esa jornada. Azucena bailó sevillanas en la caseta, convirtiéndose en el centro de atención de los presentes. Se despide, dice la historia, «agradecida y feliz. Se marcha entre palmas, guapa y ole tu arte» con el dibujo en las manos.
El día después
«Al día siguiente Azucena vuelve sin claveles, del brazo de una gitana grande, su madre, que viene a darnos las gracias». El pintor cuenta entonces cómo la progenitora de la joven les cuenta que son de Badajoz, que cada año van a trabajar a la Feria de Sevilla y dónde están durmiendo. También les invita a pasar por allí a la hora que quieran, que allí hay jarana siempre. «Pintor, que no les de lache ninguna, ¿eh? Los espero», dijo la madre.
La historia de Roberto Alberto tiene en esa frase su punto y final. Cientos de personas han alabado el relato e interrogado al pintor para saber cómo termina. «¿Y fuiste o te dio lache? Cuenta, cuenta», le inquieren.
La respuesta del pintor llegó. «Como dice Paco de Lucía... a las fiestas hay que ir, que es donde se aprende lo que no se enseña en ningún lado», confirmando su asistencia al campamento de gitanos pacenses. «Con mucha lache, eso sí, que yo soy muy tímido y ni canto, ni bailo».
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