Opinión | El embarcadero

Más infinitos

Sin duda, las páginas de un libro bien escogido son el mejor antídoto contra el estrés y el mal humor 

La lectura de algunos libros funciona algo así como un bálsamo en tiempos duros y complejos. Para mí, y creo que para más personas, hubo uno que nos ayudó a aliviar semanas muy difíciles del año 2020. Una pandemia no solo nos recluyó en casa, sino que nos sirvió para darnos cuenta del ritmo tan frenético en el que vivíamos y de que los planes más anclados en la agenda se desbaratan sin mediar explicaciones. 

Ese libro que obró un milagro, entretejer una fábula magistral que nos hizo habitar desde sus páginas una experiencia fantástica, fue ‘El infinito en un junco’, de Irene Vallejo, cuya prosa, brillante, vibrante, plena de sensibilidad y cautivadora, sigue deleitando a millones de lectores en todo el mundo. Un dato lo corrobora: ha sido traducido a veinticuatro idiomas. Tras casi dos años de trabajo, acaba de ver la luz su adaptación gráfica, llevada a cabo por el ilustrador Tyto Alba, que ha logrado trasladar al ritmo y al lenguaje del cómic este cántico de amor a los libros y a la lectura, fruto primigenio de la filóloga y escritora zaragozana, quien supo transmitir, como nadie, su pasión libresca. Porque ‘El infinito en un junco’ son historias que parecen cuentos, pero de cuentos solo tienen la forma, porque es un ensayo rebosante de erudición sobre la historia de los libros. A pocas jornadas de la conmemoración del Día del Libro, el próximo 23 de abril, este es uno de esos capaces de salvarnos de situaciones difíciles, como le ocurrió a la autora cuando era niña y sufrió acoso escolar. Fueron ellos, los libros, su agarradera emocional, con historias que son botes salvavidas en momentos de naufragio. 

A la majestuosidad de una obra maestra de este calibre, donde se imaginan escenarios, personajes…, se siente como si estos nos rodearan y nos paseáramos entre ellos, se añade un plus: unas acuarelas que invitan a disfrutar de este clásico moderno a un público juvenil. 

El origen de los libros aquí narrado, con su cascada de citas literarias, y sus referencias a la legendaria Biblioteca de Alejandría, o a la antigua Grecia y Roma, nos reconcilian con un mundo a menudo hostil y copado de enfrentamientos. Si no lo han leído aún, cuentan con la gran suerte de deleitarse con esta joya. Si ya lo saborearon, tienen la oportunidad de «más infinitos» a través de las imágenes que completan esta nueva edición de ‘El infinito en un junco’. Buenos libros como este abren ante nosotros un sinfín de posibilidades. Ahora bien, es siempre importante adentrarse en un volumen en el lugar y el momento adecuado. Debemos sentirnos frescos y excitados, dispuestos a participar del juego que propone el autor. Sin duda, las páginas de un libro bien escogido son el mejor antídoto contra el estrés y el mal humor. Déjense llevar por el placer de narrar de una escritora única como Irene Vallejo, conectada con la mejor y más genuina línea humanista.