Opinión | Viento fresco

Ruido

A quien no tenga un ruidoso cerca, la vida le asignará uno de oficio

Acaba de celebrarse el Día Mundial de la Concienciación sobre el Ruido. En silencio, dado que usted no se había enterado. A quien no tenga un ruidoso cerca, la vida le asignará uno de oficio. Se ha ido sin dar un ruido, dicen piadosamente en algunos obituarios, queriendo decir en realidad, claro, sin dar mucho el coñazo. El ruido más desquiciante es a veces el que los pensamientos negativos hacen dentro de nuestra cabeza. La expresión ruido de sables se ha perdido. Por fortuna: no se dan tantos golpes de estado y los sables han caído en según qué ámbitos en desuso.

Hay ruidos que sí traen muchas nueces, por ejemplo cuando el expositor de frutos secos en el supermercado se viene abajo porque un niño le ha dado un meneo. Tras el estruendo viene la precipitación hacia el suelo de nueces, almendras, kikos, palomitas, gusanitos y hasta garbanzos fritos y cacahuetes. Entonces es cuando nuestro estómago hace ruiditos de hambre. En estos instantes hay un joven en un tren acompañado de una chica a la que pensaba declarar su amor. Pero ella ha comprado asientos en el vagón del silencio. Durante las dos horas que dura el trayecto, él va madurando la petición, sopesándola, ensayándola mentalmente. Tal vez se arrepienta y al llegar a la estación simplemente le diga: qué bien lo he pasado no hablando contigo. Un famoso eslogan invitaba a no sufrir más en silencio las hemorroides. La cosa es no sufrirlas. A secas. Que parecía que incitaban a gritar cuando te dolían. Las hemorroides son más conocidas por almorranas, término árabe que suena, hace un ruido, algo más agradable. La anciana solitaria echa de menos el ruido que hacen sus nietos, que resulta insoportable para la joven vecina que madruga y se esfuerza para hacer mucho ruido en el mundo del cine. Las casillas están vacías de tanta gente a la que el ruido las ha sacado de ellas. Qué ruido harán los remordimientos al caer al fin de tu corazón. Hay técnicos de sonido pero no técnicos de silencio. El ruido que hace la máquina de café en el bar te despierta más que el propio café, que luego tomas en silencio, mirando el móvil en silencio, tratando de que los vídeos de Tik Tok no hagan mucho ruido.

El estruendo es el padre del ruido y el zumbido su sobrino pequeño. Sin que nos resistamos a investigar el parentesco que tiene con la barahúnda, que es una confusión grande, con estrépito y notable desorden. El ruido que hace la batidora va siendo cada vez menos espeso. «Hay mucho ruido», dice el sesudo analista político cuando es preguntado por un debate parlamentario. A continuación pide con ruido y follón unas croquetas en un bar cercano al Congreso, donde gritan los camareros y la freidora aúlla cuando le echan aceite muy usado. Es el ruido de la vida. Al que no siempre estamos atentos.