los habitantes de la calle general cuesta y lady smith afirman que sienten «inseguridad»

Preocupación en el Cerro Gordo de Badajoz por la posible presencia de okupas

Un hombre llama a los telefonillos a distintas horas del día y la noche «preguntando por casas vacías»

La asociación de vecinos recomienda vigilar los rellanos y borrar marcas aparecidas en las puertas

Calle General Cuesta, una de las afectadas por la presencia de este hombre.

Calle General Cuesta, una de las afectadas por la presencia de este hombre. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Irene Rangel

Irene Rangel

Los vecinos del Cerro Gordo están preocupados. Desde hace unas semanas cuentan en el barrio con la presencia de un hombre que llama a los telefonillos a distintas horas del día y de la noche para preguntar, supuestamente, por casas vacías con intención de alquilarlas. Al menos eso dice cuando los habitantes de los pisos a los que llama descuelgan el auricular. Las calles Lady Smith y General Cuesta son las más visitadas por esta o estas personas -porque aún no saben si es un solo hombre o pasan varios por el barrio-. 

«Yo la verdad es que vivo sola y no creas que me hace mucha gracia el tema. No tengo miedo, pero tranquila tampoco estoy», afirma María, vecina del barrio. Su piso no está en la zona ‘de acción’ pero aún así muestra su nerviosismo. 

Debido a estos hechos, la asociación de vecinos del barrio lanzó un comunicado para lanzar un mensaje de precaución. En él, recomiendan vigilar los rellanos y borrar las marcas que puedan aparecer en marcos de puertas y telefonillos. Lo dicen con conocimiento de causa, en los portales de la calle General Cuesta los botones de los interfonos amanecen con distintas rayas y puntos hechos con algún objeto punzante, por lo que no hay manera de borrarlos o limpiarlos. «La situación da miedo, la verdad. No se si esto lo hacen por temas de okupación o de robos, que también puede ser, pero no lo quiero pensar. A mi por ahora no me han llamado al telefonillo aunque por mi portal han pasado», explica Cristina, vecina de esa misma calle. 

Es el sentir general de todos los habitantes de la calle. Maite asegura estar preocupada porque «las puertas nuestras son flojillas». Sus vecinos están instalando cerraduras de seguridad en sus hogares, ella también lo ha hecho. «Más que nada lo que quiero es ganar en tranquilidad. Estamos casi todo el día en casa pero si me ausento un fin de semana, por ejemplo, me voy más calmada». Ella no ha visto al individuo, pero llamó al telefonillo de su vecina de abajo. «Eran más de las diez de la noche. No son horas ni formas para preguntar por casas vacías si las estás buscando de verdad». El hijo de la afectada se asomó a la ventana y pudo ver a un hombre que decía pasear a un perro. «No tenía ni perro. No es creíble».

Raquel, otra vecina de la calle, está tomando medidas desde que ocurrió el primer episodio. «Yo vivo sola con mis hijos», dice. «No paro de fijarme en los marcos de las puertas, dejo alguna luz encendida, pongo la alfombra y macetas para que se vea que el piso tiene vida y no está vacío... te da respeto porque no sabes incluso si están pendientes de tus rutinas. Me siento angustiada».  

Por las calles afectadas se pudo ver hace algunas semanas a personas vendiendo sistemas de alarmas. Más allá de estas vías, el ambiente se torna menos asfixiante. Cristina, que vive en otra zona del barrio, asegura que «todavía duermo tranquila» porque vive en un adosado. «Si saltan primero hay un patio y después, una puerta blindada. Aun así, entiendo que la gente esté alarmada y asustada, claro. Tienen un riesgo y un peligro que yo no siento».  

La asociación de vecinos insiste en lanzar un mensaje de calma y precaución a los vecinos. «Lo que queremos es poner sobre aviso a los vecinos».