Entrevista / César Latorre, dueño del bar MEDIA CAÑA

«Estoy rompiendo el modelo de comer y salir corriendo»

Segundo premio a Mejor Servicio

César Latorre posa delante de la barra de su establecimiento.

César Latorre posa delante de la barra de su establecimiento. / Santi García

Irene Rangel

Irene Rangel

El mix que César Latorre propone a sus clientes es arriesgado: mezclar sabores de la comida venezolana y española puede parecer sencillo, pero no lo es. Aún así, este hostelero ha conseguido hacer de este pequeño espacio en Valdepasillas un remanso de paz al que la gente acude cuando quiere que la experiencia vaya un paso más allá del mero hecho de alimentarse. Desayunar (comer o cenar) en su establecimiento es salvavidas en el mar de prisa y estrés en el que el día a día nos sumerge.

Precio: 4,70 euros

Propuesta de desayuno de Mediacaña.

Propuesta de desayuno de Mediacaña. / Santi García

-¿Cómo es tu oferta gastronómica?

Una buena mezcla, creo. Es una combinación entre Venezuela y España. He intentado adaptare a lo que hay aquí.

-¿El desayuno es el plato fuerte de tu restaurante?

Correcto. No tengo claro por qué, porque desde el principio dimos diferentes opciones, algunas muy elaboradas. Esto no es un bar de venir, tomarte la tostada y salir corriendo. Aquí vas a tardar. Yo lo digo siempre: no puedes hacer un huevo o un bacon y mantenerlo, yo no recaliento. Aquí se hace todo en el momento, con lo que ello conlleva.

- Esa lentitud o tranquilidad de la que hablas, ¿el cliente la valora? ¿Forma parte de la experiencia ‘Media Caña’?

Depende, hay de todo. Lo normal es que el que viene, se siente y disfrute. Eso es lo que yo trato de ofrecer. Aquí tenemos una carta pero tú puedes crear tu propia tostada, por ejemplo. Se puede hacer y lleva tiempo. Estoy rompiendo el modelo de comer y salir corriendo. Hasta los funcionarios de la zona, cuando están apretados de tiempo, me escriben mensajes para que se lo vaya preparando y cuando llegan, comer tranquilos.

- Pero tus tostadas son peculiares.

Sí, algunas sí. Con el relleno de las arepas que yo vendía decidí probar a echárselo al pan. En Venezuela desayunamos fuerte. Yo no puedo obligar a la gente a que desayune lo más tradicional venezolano, así que decidí adaptarlo.

-Pero tus desayunos han pasado por muchas etapas…

Por muchas. Cuando abrí, por ejemplo, yo quería ofrecer ‘brunch’ y hacía mimosas (cóctel hecho a base de cava y zumo de naranja), lo más rico que hay. Las acabé regalando porque nadie las quería. Una vez más, adaptación.

-La plaza donde está tu bar es peatonal. ¿Ayuda?

Bastante. Las terrazas les molan a la gente en Badajoz. Apenas llueve y no hay cultura de estar dentro. Una buena terraza es importante.

- En el concurso Saborea Badajoz 2023 te has llevado, además, un premio por tu buen servicio. ¿Orgulloso?

Sí. Evidentemente no para todos será así, cada uno es diferente y valora según qué cosas, pero yo soy de hablar, de ofrecer, de aconsejar. Yo le pregunto a la gente cuando llegan ‘¿cómo estás?’ y me intereso por la respuesta. Nadie hace eso. Todo es una cuestión de energía y de recibir lo que das.

- ¿Esa es la clave de tu negocio?

Un poco. Preguntas. La gente se sienta, se relaja, baja la guardia y desayuna tranquilamente. Luego se va con ganas de volver.

-El nombre de tu bar nació por una equivocación. El nombre de la tostada que has creado para el concurso de desayunos de este año, de otra. ¿Qué te pasa con los errores?

Realmente mi cabeza es un poco loca en referencia a eso. Sin querer, aunque seamos latinos e hispanohablantes, llamamos a las cosas diferentes. Yo tengo un nido de palabras en la cabeza. Ya me he acostumbrado tanto a decir zumo, por ejemplo. El otro día entró alguien y pidió un jugo y me quedé parado. Es una pelea conmigo mismo para, otra vez, adaptarme. Yo quería llamar a la tostada ‘Dehesa’ para evocar el campo, pero dije ‘Endesa’. Así se quedó. Todo eso hace que los errores marquen los nombres de las cosas, pero me divierte.

-¿Te sientes realizado?

Me encanta lo que hago, no te miento. Cuando llegué a España no tenía ni idea de hostelería… y aún no tengo tanta, pero aprendo de las críticas buenas y malas. Tengo 33 años y creo que tenemos que emprender, Badajoz es una ciudad acogedora y fácil para ello.

HISTORIA DEL LOCAL

«CON ESTE BAR ERA TODO O NADA… Y DECIDÍ IR CON TODO»

Este establecimiento abrió sus puertas 14 días antes del confinamiento, lo que hizo que con una quincena de vida tuviese que cerrar sus puertas. Quizá este hecho marcó lo que luego sería un signo característico del bar: el tomarse las cosas con filosofía calmada. Con todo en contra (no tenían aún permiso de terraza y tuvieron, por tanto, las puertas cerrada durante casi seis meses), César apostó por mantener su negocio contra viento y marea. Y ganó. Sus clientes habituales y el buen ambiente que se respira en su local son la prueba de ello.